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Pasquines de los revolucionarios paceños y su procesamiento como “Reos de Estado”

Juan Chávez Alanoca

Los detractores de Murillo

La clase privilegiada de inspiración realista --que con empeño hizo campañas de desprestigio y deshonra a la memoria del prócer Pedro Domingo Murillo, difamándolo por supuesta “traición” a la revolución-- y otros reaccionarios colonialistas califican a la historia de la Proclama de la Junta Tuitiva del 16 de Julio de 1809 como apócrifa, tradición paceña inventada por el fervor cívico de las primeras fiestas julianas, celebradas el 15 de julio de 1854, organizadas por los jóvenes entusiastas Félix Reyes Ortiz y Agustín Aspiazu.

Estas fueron pretensiones de menguar la memoria del célebre Pedro domingo Murillo, además de desacreditar la límpida obra revolucionaria de nuestra gloriosa ciudad de Nuestra Señora de La Paz.

Los pasquines de los revolucionarios paceños

Los precedentes inmediatos al estallido de la Revolución del 16 de julio de 1809 se remontan al predominio de las nuevas ideas revolucionarias de Francia, Inglaterra y Estados Unidos en los vehementes revolucionarios, quienes escribieron sus mensajes de insurrección de autor anónimo, fijándolos en lugares públicos o haciendo circular, de mano en mano, unas veces de carácter político sarcástico, filosófico, sátiras a representantes oficiales públicos de España, poemas, baladas amorosas, o prosa y poesía pornográfica. A estos manuscritos se los conocía como pasquines, libelos, caramillos, y en México corridos.

En La Paz apareció el pasquín el 4 de marzo de 1780; su valor precursor dentro de la rebelión es inapreciable. Hasta entonces nadie había proclamado inscripciones como “¡Muera el rey!”, “Viva Francia”. En un diálogo caramillo o confuso escrito en 1807, el cuestionador preguntaba a su oyente si conoció a “este Franklin, el filósofo revolucionario que perturbó a la monarquía de Gran Bretaña”.

Aparecieron enunciados como: "Fenezca ya el mal gobierno y todos los chapetones".

Otro epígrafe decía: "La América va a reventar, Cuzco y Arequipa no han de callar, Cochabamba y la Plata se han de armar - La Paz ha de castigar la insolencia del zarcillito. (….) porque pretende a costa del pobre armar sus tabernas, a esto no hay quien lo corrija, a la hora que haya resistencia de los de España me veré precisado de convocar a los 20.000 naturales y 5.000 de los míos para que den fin”.

El proceso criminal como “Reos de Estado” de 1805

En consecuencia, la justicia española en 1805 enjuició como conspirador al primer periodista boliviano, conocido entonces con el sobrenombre de "El de los Pasquines".

Éste --dice Manuel M. Pinto-- "no era otro que el papelista D. Pedro Domingo Murillo", que confesó en su juicio encauzado como periodista subversivo. "Se ha mantenido con la pluma por no estar ocioso y mal entretenido". Los datos del proceso establecieron que "el chulumaneño D. Carlos Torres, hombre de letras, preparaba pasquines con el director de los tales, D. Pedro Domingo Murillo, papelista".

Después de varias pesquisas y allanamientos fueron incautados papeles y armas que le incriminaron. El día 7 de agosto de 1805, se dictó el auto de prisión contra Tomás Palma, Carlos Torres, Romualdo Herrera y Pedro Domingo Murillo (prófugos los dos últimos). Posteriormente por solicitud de libertad de Murillo, presentada el 22 de agosto de 1805, en fecha 6 de septiembre se decretó su liberación bajo el apercibimiento de que no se mezcle con sujetos mal entretenidos.

En este juicio el Dr. Juan Basilio Catacora selló con su sangre la lealtad a su doctrina, cuya pluma en los escritos de defensa legal, viene a ser la misma caligrafía de la redacción del “Plan de Gobierno”. Este juicio fue conocido como el proceso “Reos de Estado”, que luego de ser remitidos ante el Virrey, el mismo devolvió con oficio de 19 de noviembre del mismo año, ordenando al Gobernador Intendente resuelva con dictamen del asesor letrado y otorgue los recursos para ante la Real Audiencia de Charcas.

La Convicción propia de la Revolución

La acción periodística de los pasquines paceños y el proceso criminal como “Reos de Estado” evidencian que gestaron con convicción propia la victoria de la verdadera Revolución del 16 de Julio de 1809, que patentizó con genial síntesis el texto de la proclama de la Junta Tuitiva, incorporando a representantes indígenas: Katari Incacollo, de Yungas (que llevaba con orgullo en su cuello bordado de oro la insignia de la Junta, con el rótulo: Por Dios y por la Patria), Gregorio Roxas, de Omasuyos; y José Sanco, de Sorata.

Por tanto, todos los ciudadanos bolivianos encontramos el eco de la libertad y la expresión exacta del anhelo de organizar un nuevo sistema de gobierno, fundado en los intereses de nuestra Patria.

El autor es abogado.

 
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Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
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Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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