Luis Christian Rivas Salazar
Los estatistas creen que la educación constituye una función suprema del Estado, su primera responsabilidad financiera y, por tanto, que debe sostenerla, garantizarla y gestionarla. En ese intento, declaran que la educación es unitaria, gratuita, pública, universal, liberadora y revolucionaria.
Pero hemos sido testigos de su rotundo fracaso, el Estado debe limitarse a sus principales funciones, a saber: justicia, seguridad, obras públicas o infraestructura; la educación debe ser devuelta a la sociedad civil, al sector privado, como históricamente fue concebido. Las instituciones educativas, escuelas, colegios, universidades son instituciones de orden social espontáneo que han ido evolucionando de forma anterior a la creación del Estado moderno, tal como lo conocemos actualmente.
Devolver la educación a los padres significa regresarles la responsabilidad de formar a sus hijos sin la intromisión del Estado, que las instituciones intermedias entre el Estado y el individuo, es decir, familia, escuela, colegio, universidades, iglesias, sean libres de elegir los medios y fines que recibirán los educandos en el proceso enseñanza-aprendizaje, el Estado no debe inmiscuirse en ese proceso.
Si antes nuestros padres y abuelos tenían a la escuela y universidad como un privilegio a veces inalcanzable, el acto de aprender era un bien de gran valor. Este hecho ha cambiado desde que la educación es obligatoria y compulsiva, se ha relativizado a tal punto, que leer un libro puede significar un castigo para un niño, estar en el aula puede significar una prisión insoportable para un joven, esto debe cambiar. Además, seamos conscientes de que la educación no es gratuita como aseveran los estatistas, alguien tiene que estar pagando los sueldos de los maestros a quienes no se les exige resultados, como se exige a los arquitectos, ni siquiera se somete la educación pública a pruebas internacionales para observar su calidad. Pero los contribuyentes tienen que subvencionar este sistema, ellos pagan los sueldos, gastos de servicios básicos y remuneración de empleados públicos de los ministerios de Educación, cuya función represiva se encarga de controlar y vigilar los contenidos educativos cuyo fin es adoctrinar más personas para que idolatren al papá Estado (función unitaria). La injusticia se da cuando existen padres que tienen hijos en instituciones privadas, pero solventan con sus impuestos un mal servicio educativo público.
El economista Ludwig von Mises resalta el carácter político del sistema educativo estatista: “No se la puede privar de su carácter político en tanto sea una institución pública y obligatoria. De hecho, sólo hay una solución: el Estado, el gobierno, las leyes no deben intervenir de ninguna manera en la instrucción o educación. Los fondos públicos no deben ser utilizados para esos propósitos. La educación de la juventud debe ser dejada enteramente a los padres y a las asociaciones e instituciones privadas”, esto significa liberarse del Estado que pretende ejercer un derecho de dominio inminente sobre las mentes, almas y cuerpos de los niños y jóvenes, quitando la autoridad y potestad paterna, para asumir tutela burocrática, consolidando el nefasto estado paternalista, nosotros diríamos: “con mis hijos no te metas”.
Privatizar la educación es devolver esa función a la sociedad civil, privatizar la educación significa que exista una diversidad de opciones para la familia para elegir los medios según el contenido, calidad y precio de empresas compitiendo y ganando prestigio.
Privatizar la educación significa incluso tener la libertad de educar en casa (homeschooling) ante el fracaso de la educación pública y privada controlada por el Estado.
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