Elviz Núñez Fernández
La pandemia del Covid-19 no solo ha modificado nuestros hábitos para evitar ser infectados, sino que las familias de más de 11 millones de habitantes han buscado nuevos emprendimientos económicos para sobrevivir.
A nivel nacional, podemos sentirnos orgullosos de que la gente de forma artesanal respondió rápidamente ante esta pandemia, ofreciendo elementos de bioseguridad, desde tapa bocas, enterizos impermeables, entre otros. Pero también algunos decidieron invertir más en importar componentes de bioseguridad, como botines, gorros, lentes médicos, guantes, barbijos N95, equipos de desinfección para Covid-19, ofertados a centros de salud y la población.
Pero ellos no estaban libres de ser víctimas de delitos como robos, hurtos e incluso estafas. En el primer trimestre de la presente gestión, la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc) atendió 4.156 casos. De todos ellos los robos y hurtos ocuparon los primeros niveles, porque los delincuentes buscaron mecanismos muy usados durante la pandemia, como las redes sociales, para captar víctimas y seguir delinquiendo.
Un caso muy llamativo fue el de importadores de prendas de bioseguridad que denunciaron haber sido estafados por un grupo de delincuentes, quienes haciendo uso de depósitos bancarios irregulares, hicieron creer a sus víctimas que se había pagado en el banco para obtener más de 10.000 equipos de bioseguridad. De forma inmediata se apersonaban a las oficinas o domicilios de los importadores para “recoger” todas las cajas del material consignado. Al final, cuando las personas lograban verificar sus cuentas bancarias confirmaban que fueron estafadas, porque no se hizo algún depósito y perdieron gran parte de su capital y material que fue importado.
Así como estos casos, la Policía Boliviana también tuvo que atender robos calificados de menor cuantía, al ser sustraídos barbijos, desinfectantes, ropas de bioseguridad y otros de puestos ambulantes o pequeñas tiendas, por parte de gente inescrupulosa que busca aprovechar el trabajo y sacrificio ajeno. Por lo tanto, no se trata de robos menores, porque muchas personas afectadas por las condiciones de vida que impuso la pandemia o por los despidos generados, sabe que su tiempo y su inversión para obtener ingresos de subsistencia en beneficio de sus familias, no son aspectos menores. Por el contrario, es una inversión de tiempo, dinero y sobre todo fortaleza, porque ellos con o sin temor hacen frente cada día a la pandemia y a los delincuentes.
En consecuencia, para ellos no fue suficiente usar barbijo, guantes de látex siempre desinfectados o alcohol en gel para estar protegidos, porque en las calles la delincuencia continúa buscando formas ilícitas para afectar a la gente emprendedora, honrada y decidida a enfrentar incluso la pandemia de forma propositiva. Por eso mientras la Policía continúa patrullando con los que no están contagiados y atendiendo además otras necesidades de nuestra sociedad, la población debe estar consciente que tiene derecho a la denuncia para identificar y procesar a la delincuencia que continúa siendo un virus social.
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