Economía de palabras
El ministro de Defensa, Fernando López, recomienda que los bolivianos no se defiendan de las hordas masistas: “No es el tiempo para jugar a los héroes”, ha dicho.
Tiene razón. Porque para esos propósitos, para defender a los ciudadanos, están la policía y el ejército, que se les paga para que jueguen a los héroes. Es la profesión que eligieron.
Y qué pasa si quienes deben proteger a la sociedad optan por mirar para otro lado o insisten en que “se agote el diálogo”.
Se parecen a los burócratas internacionales que exhortan a los venezolanos a buscar el entendimiento con la dictadura de Maduro, que se esmera en matar a la gente en las calles o en sus casas.
Los socialistas y socialdemócratas europeos también piden que en Venezuela se llegue a una solución concertada, democrática, porque descartan la posibilidad de una intervención militar que ponga fin a las atrocidades del chavismo.
Quizá no están enterados ni los policías ni los militares ni el ministro López, pero los masistas han maniatado a los pasajeros en Yapacaní y han cubierto la carretera con alambre de púas.
Otros masistas han secuestrado a pasajeros de flotas y les han obligado a caminar de rodillas, han violado a las jóvenes y siguen cortando el paso a los cisternas que llevan oxígeno. Han asaltado el hospital de Samaipata donde han ultrajado a los enfermos y a los médicos. ¿Hay que dialogar con esos asaltantes?
Si las FFAA no van a intervenir, que permitan la acción de los jóvenes bolivianos o la llegada de los boinas azules de la ONU o de los boinas verdes de Estados Unidos.
Es que no se puede seguir así. Un ejército de maleantes financiado por el narcotráfico está actuando como una fuerza de ocupación en Bolivia y las FFAA piden diálogo.
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