Clepsidra
Guardando una distancia social de aproximadamente 70 m., que comprende el recorrido entre el Palacio Quemado y la Asamblea Legislativa, la presidenta Áñez decidió emitir su mensaje a la Nación desde su escritorio, por dos razones muy justificables: el Covid19 por un lado y, por el otro, la velada amenaza filtrada por algunos parlamentarios, de que el ex caudillo cocalero haría su aparición mediante la aplicación de video llamadas Zoom, como ya lo había hecho en la reunión de homenaje a La Paz, en la reunión del Concejo Municipal de esta ciudad capital.
Es más, ya se había instalado dos enormes pantallas en el hemiciclo congresal, en las cuales aparecería la imagen de Evo Morales emitiendo sus consabidas evadas, a tiempo de transmitirse el mensaje presidencial, ante la presencia de ex presidentes y diplomáticos invitados. Al decir de los creadores de esta imbécil fantochada, ésta habría significado no sólo una burla para el Ejecutivo actual, sino una “victoria contundente del MAS”, en detrimento de la imagen de Bolivia toda.
Dicha situación, que más que grave parece jocosa, refleja claramente el verdadero estado en el que se desarrolla nuestra política nacional, pues quién, en su sano juicio, se habría imaginado que este sainete sería el inicio de uno de los actos terroristas más espantosos de nuestra historia, al consumarse la amenaza tantas veces advertida por el prófugo, de cercar las ciudades para matar de hambre a sus habitantes y, lo peor, asfixiarlos por falta de Oxígeno en estos tiempos de pandemia, en abierta competencia con el virus chino.
Ante esta grave amenaza a la seguridad del Estado, donde se ha demostrado que ni el diálogo es la fórmula para lograr la paz y la concordia y, asediados como estamos por la peste china que cobra diariamente muerte y desolación, creemos más que nunca que el remedio consiste en la aplicación del artículo 172 de nuestra Carta Magna, o acta constitutiva de nuestra sociedad, que otorga a la Presidenta la potestad de declarar el estado de excepción y, en su carácter de Capitana General de las FFAA, “disponer” de ellas para la defensa del Estado, de su independencia, de la integridad del territorio y de la seguridad de sus habitantes.
Debe ser muy frustrante y deprimente para la moral de aquellos hermanos que, con vocación de honor y bizarría, escogieron la carrera de las armas, para defender a su colectividad y a su nación, ver desde las ventanas de sus cuarteles a aquellos valerosos jóvenes civiles que, asumiendo la tarea que les corresponde a ellos, los defiendan y nos defienden de esas hordas delincuenciales que siembran la muerte y la destrucción de la Patria.
Consideramos que ya no es el tiempo de hacer cálculos políticos, y mucho menos sumergirse en disquisiciones de orden legalista. Este gobierno está precisamente allí, porque tanto los policías como las FFAA coronaron las movilizaciones del pueblo, que en veintiún días decretó el fin de la dictadura y la fuga del sátrapa. Sin embargo, esta hazaña no fue completa, dado que los 14 años de despotismo ya habían dejado el huevo de la serpiente, tanto en la actual administración del Estado, como en todos los organismos de éste, generando un Dualismo de Poder.
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