Al presente estamos viviendo una pandemia que ha provocado miles de muertes, además de un daño enorme a la economía por la necesidad de obligar a las personas a permanecer en los hogares, lo que significa dejar sin trabajo a todos aquellos que tienen ocupaciones precarias como artesanos, vendedoras de ciertos productos en los puestos en las calles o en mercados que tienen la apertura de un día a la semana.
Las restricciones sobre el transporte de pasajeros disminuyen el número de usuarios, porque se debe respetar las distancias entre ellos para evitar contagios.
Hace pocos días, con motivo de ir a cobrar unas cuentas y pagar otras, pude observar que todo ese centro de atención a la gente en el sector de "las cholas", estaba completamente vacío, porque no hay la posibilidad de atender clientes. Todos los "cafés" de San Miguel, y tiendas para venta, están cerrados, lo que significa centenares de personas quedaron sin trabajo. El mercado Camacho y ese gran espacio comercial vecino que tiene decenas de vendedoras, están cerrados. Hay gentes sin trabajo y sin ingreso.
Las situaciones anteriores claramente muestran que miles de personas que no tienen ingresos sobreviven gracias a sus pocas reservas que se van desvaneciendo, con lo que los índices de pobreza van creciendo. Las estadísticas de pobreza extrema y simplemente pobreza van creciendo, seguramente más hacia la primera categoría.
Uno ve en los diarios que los anuncios solicitando algunos trabajos de consultoría casi han desaparecido, lo que implica que la acción de las instituciones públicas o de ONGs han disminuido y con esa reducción, las posibilidades de trabajo e ingresos.
Pese a todo lo anterior, sorprende que estemos viviendo el bloqueo en 100 puntos importantes, que impide el transporte de productos, entre otros de medicinas y oxígeno, los cuales son clave en el tratamiento de la plaga del COVID-19. Esa coordinación en tiempo y acciones supone la existencia de una red de inteligencia que dirige todas esas operaciones, utilizando un pretexto absurdo, como exigir que las próximas elecciones sean "necesariamente" en septiembre y no en octubre. Cuando lo que importa es preservar la vida.
El refrán dice piensa mal y acertarás. Parecería que hay fuerzas externas que buscan dañar nuestra economía en beneficio propio.
Frente a todo este panorama, para estas próximas elecciones es necesario, indispensable para el país, que en esta oportunidad no haya más de tres frentes que compitan. Si actúan como en la anterior, incluyendo candidatos que obtuvieron resultados menores al 4%, estamos perdidos, acabaremos como un país donde los ciudadanos corrientes sobrevivirán con una libreta de racionamiento para comer, mientras una burocracia privilegiada guarda sus ahorros en la banca suiza. Parecería que la tendencia política que quiere conducirnos a una situación como los dos ejemplos en Latinoamérica: Cuba y Venezuela, se encuentra tras de todo esto.
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