Tanto las huelgas, por justificadas que sean y por razones estrictamente laborales, así como también los bloqueos son contrarios a todo el país; sus efectos son tan funestos que ponen en peligro no solamente la estabilidad política sino económica y laboral de toda la nación. No entender esta realidad es simplemente actuar dentro de marcos de estupidez e irresponsabilidad; es obrar en contra de la seguridad y tranquilidad de la población; es poner en peligro todo proceso de desarrollo y progreso porque se atenta contra la producción y estabilidad económica, se pone en peligro la estabilidad laboral porque se resta posibilidades a la seguridad del empleo y a la posibilidad de contar con más puestos de trabajo.
Pero todo muestra que esos razonamientos no son válidos para quienes se han propuesto destruir al país y, una vez logrado ello, retornar al poder con miras a continuar con conductas festinatorias e irresponsables que destruyan a la nación. Estas son realidades que ninguno de los miembros de estas entidades se atreve a desmentir porque no hallarían argumentos convincentes para demostrar que todo ello es falso y mostrar que sus intenciones son buenas destruyendo al país, hasta el extremo de colocarlo en escombros, y que ellos, desde el poder “reconquistado” se encargarían de “reconstruir”. Dirigentes de ambas entidades pregonan demagógicamente que lo que hacen es “defender al pueblo y reclamar por sus derechos”, un argumento siempre utilizado para justificar lo indebido y atentatorio contra el pueblo.
Los perjuicios causados por las huelgas y bloqueos los sufre el país: habitantes de todos los lugares sitiados no pueden trasladar sus productos a los mercados y los desechan a la vera de los caminos. Quien ahora dirige huelga y bloqueos, durante el gobierno del MNR organizó y dirigió lo que destruyó la producción del Chapare que estaba destinada a mercados argentinos. Hoy son las mismas tácticas contrarias, que lastiman a todo el país, que se aplica y tiende a que los extremos continúen indefinidamente y, además, otros sectores se integren, sin importar cuánto daño causan y cuáles serán las consecuencias de su mortal conducta.
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