Proyección de crecimiento de Bolivia
A pesar de los esfuerzos realizados por las autoridades del sector económico, el presidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Guillermo Aponte Reyes, dijo que los efectos adversos del Covid-19 son significativos en el sector real, y una muestra de ello una contracción de -7,9% en mayo y se espera cerrar con -6,2%.
La información fue presentada en el informe de Política Monetaria
(IPM) de julio de 2020, a tiempo de clausurar el “Decimotercer Encuentro de Economistas de Bolivia”.
Al mes de mayo, la economía nacional se contrajo en 7,9%, debido principalmente a la suspensión de actividades determinada por la cuarentena rígida nacional y la débil demanda externa.
Aponte dijo que se proyecta una inflación en Bolivia en torno a 1,7% al cierre de 2020, dentro de un rango ligeramente sesgado a la baja entre 0,9% y 2,3%. La proyección revisada del crecimiento es de una contracción aproximada de 6,2%, en un rango sesgado también a la baja.
Durante su exposición del IPM, señaló una caída en la mayor parte de los sectores, contrarrestada en parte por el desempeño del sector agropecuario y servicios de la administración pública.
En ese marco, durante la primera mitad de 2020, la inflación en Bolivia registró una evolución sesgada a la baja. La emergencia sanitaria afectó tanto a la oferta como a la demanda, lo que se reflejó en una débil dinámica de los precios de bienes y servicios.
Las perspectivas sobre la evolución de la economía global y regional no son alentadoras. Por una parte, las previsiones sobre las cotizaciones internacionales de productos básicos apuntan a una débil recuperación. Sin embargo, es poco probable que los precios alcancen los niveles de gestiones pasadas.
Además, se espera que América del Sur, donde se localizan los principales socios comerciales de Bolivia, sea la región más afectada por la pandemia y con la caída de actividad más pronunciada y persistente.
La recuperación gradual de la economía global que los organismos internacionales esperan para el segundo semestre de 2020, está sujeta a la evolución de la pandemia en cada contexto específico.
No obstante, aún subsisten elevados grados de incertidumbre sobre la evolución de este episodio, todavía inconcluso. Por tanto, en este momento, resultaría bastante prematuro cuantificar todas sus secuelas.
Ciertamente, el escenario de los próximos trimestres se configura como uno bastante volátil y difícil de vislumbrar, subrayó Aponte.
Con respecto a la política cambiaria, dijo que se mantuvo la estabilidad del tipo de cambio nominal, se efectuó una política comunicacional activa y se garantizó la provisión oportuna de dólares a los agentes económicos, aspectos que contribuyeron tanto a una mayor certidumbre y anclaje de expectativas del público como a la normalización del mercado de divisas; tras los sucesos acontecidos en los últimos meses de 2019.
Este fue un período particularmente incierto y turbulento, bajo los efectos de la pandemia del Covid-19 a escala global, su propagación en Bolivia y las medidas de contención sanitaria implementadas. Su escala y complejidad hacen que este episodio de crisis no tenga precedentes, con múltiples disrupciones externas y domésticas experimentadas simultáneamente, tanto de demanda como de oferta. Al parecer, sus efectos recesivos podrían ser los mayores en la historia, explicó.
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