Cuarentena asesina y sus corifeos

Ante el anuncio de llevar adelante, pese a todo, otra “cuarentena rígida” --ya suspendida la del 16 al 23 de agosto-- que especialmente impulsa la parte edil, convirtiéndose así en exaltadora de los “beneficios” que supuestamente arroja, y casi convencido de que no se trata de la medida más adecuada, me refiero a lo que dice PanamPost, con Marcelo Duclos, desde Buenos Aires, Argentina, al cuestionar la extrema medida de encerrar a la gente. Es algo que quizá en nuestro medio no ha merecido profundo y riguroso análisis del “Comité Científico”, pues da la impresión de que tales confinamientos coadyuvaron al aumento de asesinatos, feminicidios, violaciones, suicidios, a que haya más incertidumbre y hambre en las familias de los sectores sociales mayoritarios que se hallan a la vela de Dios, sin dinero ni empleo, sin vehículos para desplazarse, privados de productos médicos, y de las comodidades y ventajas de los que disponen de modernas vagonetas, buenos sueldos, y hasta pueden “pasear” con normalidad, quién sabe mofándose del encierro al cual someten una y otra vez a la inerme población.

Quizá valga la comparación, pues Duclos, en torno a lo que pasa en su país señala: “Argentina ha tocado fondo, pero no toda la culpa es del Gobierno. Una sociedad adormecida soportó todos los atropellos. Tengo sentimientos encontrados para con esta etapa oscura que nos toca vivir. Lógico es que lo primero que se me viene a la cabeza es el sufrimiento de los que la pasan más mal que yo, y lo más duro que me toca en el día a día es estar encerrado en casa con mis gatos. Ni por casualidad lo hice en los términos que indican las autoridades políticas, claro. La cuarentena estricta ordenada por Alberto Fernández y Rodríguez Larreta no la cumplí nunca ni lo pienso hacer. Yo me gobierno a mí mismo. Eso no quiere decir que no tome las precauciones necesarias y haga como si nada, como proponen los delirantes que piensan que todo es una conspiración de Bill Gates, George Soros y el «Nuevo Orden Mundial». Hay un virus, hay una pandemia, mucha gente murió y morirá… y el mundo seguirá su curso. Creer que el presidente nos va a salvar la vida es estar más enfermo de la cabeza que con el peor cuadro de Covid-19, 20 y 21 en los pulmones. La sociedad argentina está muy mal, enloquecida, adormecida con esta etapa. El coronavirus y su tratamiento por parte de las autoridades nacionales y municipales me mostró algo que me genera escalofríos: estoy rodeado de timoratos, y cobardes, que han renunciado hace mucho tiempo al juicio crítico. Terciarizaron sus razonamientos y conclusiones en los actores políticos y conductores de televisión, casualidad, todas personas que cobran normalmente sus salarios y que parecen no percibir que el mundo alrededor suyo se cae a pedazos. Cuando termine todo esto será interesante hacer un relevamiento de «las otras víctimas», las «no oficiales», esas que tienen vinculación directa con la cuarentena cavernaria. El daño que le ha hecho esto a la gente que tenía problemas psicológicos y psiquiátricos previos ha sido descomunal, al igual que con la economía; todo ha sido destruido por un grupo de irresponsables. La cosa es más seria: renunciamos a nuestro individualismo y a pensar por nosotros mismos. Dimos la espalda y abandonamos lo más preciado que tenemos a lo largo de la vida: nuestro libre albedrío, razonamiento y la responsabilidad personal”.

¿Alguna similitud con nuestra realidad? Como lo hace Marcelo Duclos, bien cabría preguntarse: ¿Se debe creer que el gobierno y la autoridad edil nos están salvando la vida…o nos la están complicando? Mientras existan seres crueles e insensatos en ambos bandos de la difícil e intrincada vida nacional, tristemente todo puede suceder para generalizado pesar.