Crónicas del kolla
Las declaraciones de Rómulo Calvo, a las cuales añadimos las de Felipe Quispe, nos muestran el plano en el que se desenvuelve la actividad política actual; ambas con un marcado tinte racista desnudan un problema de territorialidad que genera una convulsión crispada en el ya deteriorado país nuestro. Se ha mencionado que la territorialidad es un acto instintivo compulsivo de los seres humanos; esta tesis etológica sobre el imperativo territorial, de ninguna manera puede justificar la apropiación y empoderamiento del espacio geográfico estatal.
Radicales segmentos indígenas, mayoritariamente aymaras y quechuas, sostienen sus derechos de propiedad sobre el territorio nacional con base en su condición de pueblos originarios, una cualidad sine qua non que no admitiría discusión alguna. Cabe recordar que fue precisamente un aymara, Takir Mamani, quien propuso el uso del término kuna Abya Yala --‘tierra en plena madurez’-- para llamar al continente americano con la intención de construir un espacio político común entre los pueblos indígenas del continente. El término se ratificó en la tercera cumbre con la conformación de la Coordinación Continental de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas de Abya Yala. Sin embargo, una pregunta surge imperiosamente: ¿Son los aymaras y quechuas dueños indiscutibles del Estado Plurinacional de Bolivia?
La respuesta es claramente un NO categórico, existen 36 nacionalidades étnicas a las que debemos contar, sin dejar de lado a mestizos y blancos nacidos en territorio nacional fruto del flujo migratorio mundial.
¿Les asiste el derecho de legislar, gobernar y administrar el Estado a los pueblos originarios?, sin lugar a dudas, tanto como a los otros segmentos sociales del país.
Como diría Eduardo Galeano, América fue un invento más del Renacimiento --como la imprenta o el telescopio-- sin embargo un acontecimiento histórico que sucedería de manera ineludible. La funesta colonización a la que lamentablemente coadyuvaron las reyertas y pugnas internas de los pueblos originarios determinaron a la postre un cambio estructural y el establecimiento de un nuevo orden político, social, económico y geográfico; un proceso constante de cambios que no se ha detenido hasta el día de hoy.
El tránsito en los albores de las primitivas culturas de América hasta hoy tiene matices históricos dignos de ser estudiados y analizados a la luz de las ciencias.
En lo que se refiere a territorio nuestro, bien podríamos discrepar sobre quiénes son realmente los originarios. En el territorio que fue poblado por los aymaras, existieron algunas culturas anteriores a Tiwanaku y a los aymaras. Entre las primeras (la más antigua) tenemos a la cultura llamada Vizcachani (ubicada en el departamento de La Paz): es un asentamiento pre-cerámico con una antigüedad de unos 10.000 años a.C. Luego surgen las culturas Wankarani y Chiripa que han desarrollado una serie de valores culturales pre-tiwanacotas. La cultura Wankarani (1210a.C.-270d.C.). La cultura Chiripa (1380a.C.-22d.C), ubicada a orillas del Titicaca, al norte de la punta de Taraco del departamento de La Paz.
Tiwanaku fue una de las culturas más significativas del altiplano en el sur andino y su influencia siendo un estado imperial fue determinante. Tiwanaku abarcó un inmenso territorio que se extendió hacia la sierra y la costa central del actual Perú, a la costa norte de Chile, al norte argentino, y por otro costado, al valle mesotermo. Sometieron pueblos en su afán expansivo, conquistando territorios e imponiendo una lengua como el pukina.
Los aymaras aparecen después de la decadencia de Tiwanaku imperial y no se sabe exactamente sobre su origen anterior a ella. Según algunos cronistas españoles y documentos del Siglo XVI, los aymaras vinieron del sur (Coquimbo y Copiapó) a poblar el actual espacio aymara, comprendido desde Quillazas hasta Lupaza-Chucuito y Hatún Colla. Lo que quiere decir que los aymaras se desplazaron desde el sur hacia el norte destruyendo pueblos existentes, avanzando después hasta Cusco y Wari.
Sin ánimo de ser detalladamente histórico, concluimos señalando que luego de ese estado imperial vienen los Inkas, siendo Manku Qhapaq, el primero. Según Garcilaso de la Vega, era oriundo de Tiwanaku, que impuso y sometió culturas y pueblos como los: Lupaqa, Pakaxe, Qulla, Karanka y la confederación de los Charkas
Entonces ¿Quiénes son los originarios? ¿Los pueblos sedentarios que se establecieron originariamente o los pueblos que los conquistaron? En este contexto debemos comprender que Bolivia es una complejidad pluricultural y multiétnica; esta característica hace que la organización espacial en el territorio boliviano se haya estructurado con diferencias somáticas, raciales y culturales haciendo que todas ellas deban someterse al imperio de la ley.
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