Carlos Ávila
En general los millones de seres humanos somos sobrevivientes desde que hemos nacido. El parto de nuestras madres es un episodio vital, luego del cual nos declaran biológica y legalmente nacidos.
El canto ‘Sobreviviendo’ que escuchamos en la voz del artista Víctor Heredia, da pie para señalar gramaticalmente a vía de ejemplo, que el verbo sobrevivir en su forma no personal de gerundio, indica que la acción es durativa en el tiempo. Esto significa que quien sobrevive sigue con vida, continúa viviendo.
Ahora... ¿De qué forma o modo y calidad es esa vida?
Decir ‘sobre’ adicionado al verbo ‘vivir’ crea el vocablo ‘sobrevivir ‘, cuya acepción es ‘ vivir después de la muerte de otra persona o después de un determinado suceso. También es vivir de forma precaria o en condiciones adversas’. Según indica el diccionario.
Para todas las especies, incluida la humana, que habitan este ecológicamente maltratado planeta, los riesgos que las afecten están siempre presentes, esto por obra de la naturaleza o por causalidad humana. Cualesquiera sean los orígenes de tales circunstancias, las consecuencias afectarán a todo lo que viva sobre la faz de la Tierra.
A saber, existen los fenómenos, los trastornos naturales que generan tragedias: sismos, huracanes, epidemias. También ocurren las acciones por creación humana que provocan otras calamidades: guerras, destrucción del ecosistema, hambrunas, injusticias, carencias diversas y otros males.
La reciente dantesca explosión acaecida en la ciudad de Beirut ha dejado una inmensa secuela de muerte y de personas heridas, y una cuantiosa destrucción material en esa urbe. Las consecuencias son también mentales en millones de seres humanos en ese país y en otras naciones. Una sensación y estado patológico de pánico afecta a la Humanidad.
Decir que en este mundo, principalmente por cometido humano, ninguno está libre de agresiones, de violencias, de semejantes asaltos y tragedias es una verdad, una dolorosa evidencia.
Cada día más lejos de aquella declaración: ‘Todo ser humano nace para ser feliz’. Del concepto felicidad se ha escrito algo más que una página. Se ha dicho que se trata de una abstracción. Que es una quimera. Que es un estado esporádico, que sucede a fragmentos. Nada menos que El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha narró a los cabreros que en pretéritos siglos existió una Edad que se llamó ‘ dorada ‘, y no porque en ella brillara el oro, sino porque entre los seres humanos hubo paz, amistad, concordia, fraternidad. Dichosa Edad en la que todas las cosas eran comunes, porque entonces no existían dos palabras: ‘tuyo’ y ‘mío’.
No puede ser que haya que decir, y menos aceptar que todo el que nace sea para ‘sobrevivir’. No, se trata de vida para más y mejor vida.
Las preguntas son: ¿Cuándo paramos esto y hacemos realidad aquello de la libertad y de la felicidad? ¿Cuándo damos una sonrisa y el supremo respeto a cada niño en este mundo? ¿En qué momento decimos ¡basta! y echamos a caminar para transformar, para cambiar todo lo que haya que cambiar en esta contrahecha sociedad humana?
El autor es Profesor de Estado.
caracol.avila@gmail.com
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