Un agosto diferente

En este mes de agosto, además de festejar a la Patria por su aniversario de fundación, todos deberíamos recordar a aquellos que lucharon por nuestra Bolivia, a aquellos que perdieron su vida en los campos de batalla por nuestra libertad, a aquellas madres que nunca más vieron a sus hijos, a aquellas viudas que perdieron a sus esposos.

Por otro lado, las penas ocasionadas por la pandemia nos hacen olvidar episodios históricos, como nuestra lucha contra la última dictadura, que hoy da frutos y este mes, después de 14 años, por fin podemos decir: ¡Felicidades Bolivia! ¡Felicidades, El Alto, siempre de pie nunca de rodillas! ¡Felicidades, La Paz, tumba de tiranos!, y a todos nuestros otros departamentos que pelearon con nosotros mano a mano. Y que no se nos olvide que si alguna vez hubo guerras o enfrentamientos, fue por defender la soberanía y democracia en Bolivia, por lo que la muerte de todos aquellos que lucharon por esto, no puede ser en vano.

También es necesario referirnos a otros notables bolivianos, como don Domingo Loza Mujica, hijo de excombatiente, originario de Guaqui y amante de su Patria, quien abandonó esta vida el pasado 21 de julio, para reposar en la eternidad en su amado pueblo.

Agosto no se vive con tanta felicidad como cuando él estaba entre nosotros. Escribo este artículo en homenaje al hombre más sabio que conocí, a la persona más agraciada, feliz y patriota, empresario y visionario, mi abuelo Domingo, quien desde que tengo memoria siempre nos hablaba de cómo la guerra había cambiado su vida, quitándole a su papá y durante su juventud los enfrentamientos nacionales lo habían forjado. Desde niño quedó huérfano de padre, quien se había ido a luchar a la Guerra del Chaco, quedándose con su madre que supo llevar adelante a sus 7 hijos con trabajo honrado y sacrificado. Mi abuelo fue un hombre que desde muy temprano empezó a trabajar en el ferrocarril Guaqui- La Paz, a sus 14 años fue telegrafista y unos años después se convirtió en jefe de estación, para después criar como padre ejemplar a 4 niños con su amada esposa y compañera Zaida Aguirre de Loza.

Doy gracias a la vida por darme un abuelo que a donde iba era reconocido y respetado. GUAQUI es un pueblo situado a orillas del Lago Titicaca, a unos kilómetros de la frontera Bolivia – Perú, otrora el primer puerto de Bolivia. Mi abuelo amaba su pueblo, en cada visita no faltaba la invitación a Guaqui, no faltaban promesas de ir a visitar al milagroso Apóstol Santiago y entre otros consejos no faltaba la recomendación para estudiar, leer y leer. Mi abuelo era un devoto creyente del Apóstol Santiago y más que eso, fiel discípulo y predicador de su palabra. En lo personal mi fe creció gracias a él y sus enseñanzas para despertar temprano, amar a los papás, respetar a tu prójimo y siempre rezar, que fueron pilares en mi crecimiento, gracias a él.

Su partida nos deja un enorme vacío, nos deja un dolor que jamás se irá, pero también nos deja sus enseñanzas y sus lindas costumbres. Escribir en las páginas de opinión de EL DIARIO, Decano de la Prensa Nacional, fue una pasión que lo acompañó durante décadas y en sus notas escritas reflejaba su amor a la Patria, a Guaqui y su anhelo de retorno al mar. Hoy que se ha ido, el vacío que siento se llena al saber que puedo seguir con su gusto de escribir para su periódico favorito y al que más horas de su vida dedicó.

Luz Loza Bustillos ha estudiado Negocios Internacionales en The University of Oklahoma.