Pareciera ser usual en el país aquello de tratar de justificar lo injustificable o, con base en engaños, tratar de probar lo imposible, en suma, buscarle tres pies al gato. Aunque ello se da en toda la sociedad, en las esferas del poder político y económico es frecuente, refiriéndonos a la gestión estatal y el manejo de la cosa pública; incluso del gran rubro privado. Se dice que la frase “buscarle tres pies al gato”, fue popularizada por Miguel de Cervantes en su inmortal “Quijote”, aunque a fines del Siglo XVI y principios del XVII en España se usaba “buscarle cinco pies al gato” para aludir a quienes tientan la paciencia de alguno hasta irritarle, ya que con embustes y engaños tratan de probar lo imposible, y “justificar lo injustificable”.
Lo cierto es que frente a una serie de infortunios que padece la población, a raíz de lo que acontece en los niveles del gobierno, gobernaciones, alcaldías, y hasta privados, la misma muestra su rechazo ante tales hechos de ineficiencia, contradicciones, manejos financieros no del todo claros, falta de solidaridad para compartir la crisis, y un sinfín de agentes perniciosos que avivan el fuego del malestar social. Ejemplos: para nadie pasa desapercibido que en el ramo educativo los traspiés en los cuales incurren ocasionaron el fastidio de toda la comunidad educativa. Otras son las compras estatales, objeto ya de dudas que minan la credibilidad de entes dependientes del Ejecutivo, al igual que lo relativo a “quitonearse” el Sedes en plena pandemia. En tanto, la falta de solidaridad que observa la colectividad es otro factor de indisposición en esta época de crisis, pues la gente advierte con enojo que determinados rubros, pese a haber continuado con sus labores lucrativas en forma normal, mostraron su indolencia ante los demás: compañías telefónicas; bancos; alcaldías que siguieron cobrando impuestos a raja tabla, fuera de que confederaciones y federaciones nacionales y departamentales sindicales brillaron por su indiferencia ante sus afiliados, a quienes ni siquiera les dotaron, al menos, de un litro de alcohol para desinfectarse las manos, pese a contar con hoteles y edificios, aunque no todos, que les generan ingresos por alquileres y otros conceptos.
Todos aguardaban que, tal como se dio con las tarifas de luz, agua, gas, puedan bajar un porcentaje en los servicios telefónicos de llamadas por móvil, telefonía fija, internet, pero impusieron su “estómago de iglesia”, aunque, así sea roñosamente, alguna ofreció una suscripción gratis a Tv cable a quien done plasma sanguíneo. No obstante, surgió la duda respecto a las rebajas en el servicio de energía eléctrica, pues usuarios quejosos dicen que ahora les están llegando sus facturaciones más altas de lo habitual.
Pese a todo ello, quizás sea mejor pensar que “todo pasará”, que “no todo está perdido”; haciendo hincapié en que tantas y tamañas trapacerías a las que se somete a nuestra población, y ya cansan, podrá corregirse con el arribo de un nuevo gobierno serio que emerja de las urnas en los próximos comicios -algo que aguardan con cierta esperanza- para así frenar una tremenda eclosión social que puede darse. ¡Ya no le busquen tres pies al gato, por favor, y trabajen de verdad por este estoico pueblo boliviano y la Patria!
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