50 años de opinión periodística

Hace cincuenta años en las aulas de la Universidad Mayor de “San Andrés” el periodista y abogado Juan Pereira Fiorilo me invitó a escribir para las páginas del desaparecido matutino católico “Presencia”, y así lo hice con cierta regularidad durante una década, en especial con notas sobre economía, pues en ese tiempo era un entusiasta estudioso de esa ciencia.

En 1972, recuperada la propiedad y posesión del Decano de la Prensa Nacional, EL DIARIO, que había sido “intervenido” por los grupos extremistas de izquierda, su director Jorge Carrasco Villalobos me invitó a que colaborara en sus prestigiosas páginas, en las que estos casi cuarenta años estamos emitiendo opinión sobre temas de interés colectivo.

La línea editorial “independiente” de toda influencia ideológica partidaria de EL DIARIO, pero sí comprometida con los valores democráticos, nos ha permitido opinar libremente, en especial cumpliendo una de las finalidades de la opinión periodística, el freno al uso y abuso del poder político de los gobernantes de turno, en especial en tiempos gobernados por corrientes extremistas y populistas que en nuestro país parecieran recurrentes.

No hemos estado ajenos a las represalias del poder, como en el anterior régimen, que aprovechando un asunto que tenía resuelto en la distrital II de La Paz, mediante pagos a cuenta convenidos con un funcionario de “fiscalización” por instrucciones de la ex gerente, se ordenó dejar sin efecto ese acuerdo y durante varios años fui objeto de una suerte de persecución, pues pese a haber pagado la totalidad de la obligación que de la suma original adeudada se multiplicó por cuatro, no quisieron reconocerme los pagos que había efectuado a cuenta y el crédito fiscal que me favorecía, contraviniendo lo estipulado por el Código Tributario.

Los riesgos por omitir opinión hacen parte del ejercicio de la libertad de prensa y opinión, en especial cuando ejercen el poder gobiernos autoritarios, como el que gobernó nuestro país durante catorce años. Por ese derecho han ofrendado sus vidas muchos periodistas e intelectuales en el mundo, porque el enemigo de la libertad de expresión es el temor que pretenden imponer los tiranos, temor que nunca debe vencer a la libertad.

Mientras tengamos salud y posibilidades, la defensa del estado de derecho, los valores democráticos y las libertades que hacen a los derechos humanos fundamentales, seguirán siendo el norte de nuestras notas periodísticas, en las páginas de EL DIARIO que nos acoge como parte de la gran familia “diarista”.

El autor es Abogado, Politólogo y escritor.