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[Jorge V. Ordenes-Lavadenz]

Voigt el zapatero pasa por comandante del ejército alemán


En la mañana de octubre 17 de 1906, en Tegel, localidad cercana a Berlín, Wilheim Voigt, zapatero, observa en la calle a un disciplinado escuadrón de infantería uniformado del ejército alemán... y se le ocurre algo que seguramente tenía en mente y que ahora podía llevar a cabo. Acude a su casa precipitadamente y a los minutos sale debidamente uniformado nada menos que de capitán de infantería del ejército alemán y, con determinación y marcialidad, actúa, aprovechándose de la obediencia ciega de los subordinados a los oficiales que seguramente en ese momento y con esa unidad no pasan de teniente o quizá solo sargento. Alzando la voz se hace pasar por oficial de rango para luego comandar, a todo ese escuadrón de infantería del ejército del Kaiser, a lo que vino a ser una gran ayuda para robar miles de marcos.

Voigt es un prontuariado ladrón de experiencia que esta vez llega a mofarse de las fuerzas armadas y de la alcaldía. En la mejor manera teatral, ordena a la tropa acompañarlo inmediatamente a la localidad de Köpenick, situada a 33 kilómetros de Tegel, donde llegan después de medio día para dirigirse en son de acoso a las oficinas del alcalde al que sorprenden, detienen... y toman la alcaldía sin mayor resistencia. Ponen a la autoridad bajo estricta vigilancia para luego, ante la mirada atónita de los empleados y circundantes vecinos, demandar militarmente acceso a la caja fuerte en la que encuentran 4.000 marcos que Voigt inmediatamente decomisa. Luego ordena que el alcalde, al que se impide hablar, sea prontamente trasladado en un vehículo a las oficinas de la policía de Berlín donde se insiste que lo están esperando. Voigt lo acompaña sin mayor trámite en tanto que la tropa permanece.

En el trayecto a la capital y con una excusa que se ignora, pero que seguramente tuvo que ver con la necesidad común de ir al baño o algo por el estilo, Voigt hace detener el vehículo, baja de él, se asegura que el alcalde vaya seguir a Berlín, se escabulle y desaparece con el dinero. Mientras tanto en Köpenick no se percatan por horas de que han sido víctimas de un robo planeado y ejecutado espectacularmente en que el ejército ha sido engrupido sin que la policía del lugar sospechase por qué los involucrados eran soldados del ejército y personal de la alcaldía. En las poblaciones de Tegel y Köpenick, y pronto en otras incluyendo Berlín, la población en general encuentra motivos de hilaridad, incredulidad y comentario en torno a lo acaecido que por supuesto llega al Kaiser que se dice le causó risa... pero no causó tal en las esferas de mandos castrenses que deciden encontrar a Voigt para lo que instituyen una campaña masiva.

Las fuerzas armadas lo localizan y detienen en Berlín sin mayor altercado porque el hecho se ha convertido en un asunto socio-político que había que tratar por medios judiciales civiles ya que el acusado no tenía nada que ver con el ejército alemán. Se procede con el mentado juicio y Voigt es declarado culpable del robo y sentenciado a cuatro años de prisión que en última instancia no cumple porque el Kaiser interviene y hace que la sentencia se rebaje a menos de dos años. Para el momento de la sentencia, Voigt se ha convertido en un famoso personaje que, vestido de capitán alemán a menudo aparece en cientos de funciones y fotografías publicadas en los medios de entonces y de hoy, según History.com y otras fuentes. Se lo llegó a conocer, enciplopédicamente, como Hauptmann von Köpenick, o Capitán de Köpenick.

 
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