Una reñida elección para presidente se realizará a fines de noviembre próximo en Estados Unidos, la misma que servirá por definir cuál de las corrientes económicas en debate será escogida por los electores norteamericanos.
La lucha política en Estados Unidos está polarizada entre dos tendencias claramente diferenciadas: por un lado, la corriente proteccionista que auspicia el actual presidente Donald Trump, representante del Partido Republicano, y la que lleva en sus banderas la ideología del libre comercio, el Partido Demócrata.
Sin embargo, se puede observar que el enfrentamiento electoral no está directamente expresado en esas dos escuelas económicas, sino que, más bien, está encubierta por aspectos secundarios, de tipo personal y de mínima cuantía, que nada tienen que ver con el fondo de la realidad norteamericana. En efecto, los debates diarios giran en torno a asuntos de carácter individual y ambos candidatos se acusan con toda clase de argumentos de tal manera de ganar, en esa forma, votos, aunque al mismo tiempo han dejado en el olvido los temas sustanciales que interesan a los ciudadanos americanos: el proteccionismo y el libre comercio.
El gobierno del actual mandatario estadounidense se ha caracterizado por aplicar el proteccionismo, idea económica que hizo grande a Estados Unidos, empero que al haber sido sustituida por el proyecto del libre comercio, puso a esa nación en un proceso de decadencia y inclusive de convertirlo en una especie de colonia de potencias económicas emergentes.
Esa política económica proteccionista aplicada por Trump durante los cuatro últimos años, --bajo la consigna “Estados Unidos otra vez grande”--, registró notables resultados, pues, entre otros, contribuyó a crear un ambiente mundial con menor cantidad de conflictos y mayor tranquilidad y prosperidad en países con dificultades y, en otro aspecto, impulsar el crecimiento económico de la nación norteamericana, recuperando sus industrias, su agricultura, su comercio, etc., hacia su recuperación y fortalecimiento, superando así una etapa de “decadencia” practicada por el partido demócrata que favoreció al libre comercio a ultranza y, en esa forma, se retorne a un clima de caos populista.
No se puede vaticinar el resultado de las elecciones de noviembre próximo en la Nación del norte, pero, en todo caso, el pueblo americano no dejará de lado las grandes condiciones que lo llevaron a convertirse en la primera potencia mundial, mantener su crecimiento, alejarse de la inflación, mejorar el empleo, consumir su propia producción y dejar de ser mercado de consumo de países que solo buscan objetivos utópicos y basan su existencia en desordenadas ideologías.
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