Economía de palabras
Dos cadáveres que flotaban en el río Ibergarzama, enmanillados, fueron llevados por la Felcc a la morgue, mientras las investigaciones apenas han comenzado.
Un ajuste de cuentas de las mafias del narcotráfico que ahora están lanzadas a una guerra por el control territorial, como en México o en Brasil.
Es probable que la ausencia del cocalero Morales haya creado un vacío de poder que ahora es motivo de las disputas, pero es cierto que él tiene mucho que ver con la creación de este infierno.
Los cocaleros y los narcos se habían acostumbrado a pagar un diezmo a los cobradores del caudillo cocalero para cubrir gastos del “instrumento político”.
Ahora ese aparato está desarticulado porque han surgido más de tres aspirantes a ser los administradores de los recursos. Los aportantes han optado por no pagar a ninguno.
Los rumores dicen que dos exministros tenían sus propias organizaciones, o cárteles, pero ellos tampoco están ahora y han surgido herederos que no reciben la confianza de los aportantes, ni los aportes.
Se trata de administrar la actividad económica más pujante de Bolivia, que ha quedado descabezada en noviembre pasado. Le falta el dirimidor, el componedor, el que ayudaba a encontrar los equilibrios, que a veces eran él mismo.
No es comparable a la desaparición de Pablo Escóbar en Colombia. Lo que ha desaparecido en Bolivia es el “estadista de la mafia” de la droga, y es irreemplazable.
En Brasil, en cambio, no hay un mafioso con esas responsabilidades, por lo que se explica la guerra permanente que desangra al PCC y al Comando Vermelho. En México, los cárteles de Sinaloa han llegado a un acuerdo territorial, lo que les permite desafiar al Estado. En Japón, la mafia Yacuza, que era tolerada por el Estado porque impedía el ingreso de las mafias extranjeras, principalmente chinas, enfrenta ahora un problema diferente: sus caudillos han envejecido y no hay figuras para la sucesión, resultado de que todas las mafias que se respetan descabezan a los aspirantes a la sucesión.
El economista cruceño Fernando García calcula que los recursos que genera la industria de la droga en Bolivia llegan a los 6.000 millones de dólares, lo que le da autoridad para jugar a la política.
En este momento, dice este economista, los cocaleros del Chapare tienen un cupo en el Colegio Militar. Y es probable que lo pierdan si es que el cocalero Morales no regresa a poner orden en las mafias.
Aquí tampoco hay nombres en la escala de la sucesión. El caudillo se está llevando a la tumba o al ostracismo de su retiro político, los secretos de un negocio que se dio el lujo de tener un gobierno durante catorce años.
Todo lo que sube, ha de bajar. Ni las mafias se libran de esta ley.
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