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Psicología

¿Qué sucede cuando eres muy desconfiado?

“El que sospecha invita a traicionarlo.”. Voltaire


La desconfianza es un sentimiento de duda que nos inunda cuando creemos que una persona es deshonesta, pero en algunas personas este sentimiento de desconfianza es constante ya que tienen su capacidad de confiar dañada, y esto no les permite tener relaciones sociales profundas.

Frecuentemente, en nuestro día a día nos sentimos invadidos por el estrés y esto nos hace ser desconfiados. Es en esos momentos cuando ponemos en tela de juicio el amor de nuestros amigos o familiares y nos llenamos de pensamientos negativos que algunas veces nos hacen cuestionar si somos merecedores de ese amor o no.

Entonces para buscar seguridad acudimos a esas personas con las que todavía nos sentimos relajados, por ejemplo, algún amigo, la pareja, algún familiar, etc. El problema ocurre cuando no hay una persona a quién acudir, cuando ningún sitio es seguro, cuando no podemos confiar en nadie y por tanto no podemos “intimar” con los otros. Es decir, no nos sentimos conectados o vinculados con las personas de nuestro círculo.

¿Cómo se hace una personalidad confiada o desconfiada?

El desarrollo de la confianza o la desconfianza durante la infancia es un tema de máximo interés en psicología. Uno de los autores más destacados, Erick Erikson, propone que los bebés con padres que satisfacen sus necesidades y que son afectuosos desarrollaran al finalizar el primer año de vida lo que él llama “confianza básica”. La confianza básica es una capacidad indispensable para tener una mente sana durante el resto de la vida.

Los especialistas en apego han rescatado este concepto y lo han desarrollado más allá al darse cuenta de lo fundamental de un vínculo afectivo y con buena comunicación entre padres e hijos durante todo el desarrollo de la mente infantil. Este vínculo “seguro” será clave en la salud mental de los hijos. En el caso contrario, si los padres no son afectivos, son inconsistentes o no cumplen sus promesas generara desconfianza en los niños y por tanto una personalidad desconfiada.

Otros factores en los padres que generan desconfianza en los niños son: hablar con dobles mensajes, ser deshonestos o que las palabras de ellos no coincidan con los actos. En estos casos los niños se sienten confundidos y su sentido de la realidad puede verse dañado. En los casos más graves, como abusos sexuales o abusos físicos, la capacidad de los niños para poder juzgar bien o confiar en los demás será severamente dañada y por lo tanto tendrán dificultades para confiar durante su vida adulta.

Cómo nos afecta la desconfianza

La desconfianza merma la propia confianza en uno mismo. Si nos sentimos inadecuados será difícil tener relaciones más profundas cuando alguien nos quiera y nos ame. Esa relación entrará en conflicto con la visión negativa que tenemos de nosotros. Este proceso hará que nos sintamos no merecedores del amor o que nos volvamos críticos con las personas que nos aman. En cualquiera de los casos, es probable que autoboicoteemos la relación siendo exageradamente exigentes, sacando de proporción las cosas que no nos gustan del otro o incluso marchándonos.

Las personas desconfiadas sufren mucho. Están constantemente pensando sobre lo que los demás piensan de ellos, analizando sus gestos, observando sus movimientos, etc. Viven en un estado de alerta permanente y sienten terror a ser lastimados por el otro. Se sienten tan vulnerables que necesitan volverse desconfiados para protegerse.

Actualmente, se sabe que no es posible tener una relación íntima sin honestidad y apertura, y que todos los vínculos tienen como base confianza. Es esta la que facilita que las relaciones crezcan, y por tanto que el afecto y el amor emane. La confianza es la base de las habilidades sociales. Si carecemos de ella, el miedo se apoderaría de nosotros y seríamos incapaces de hacer cualquier cosa.

Cómo mejorar la confianza en tus relaciones sociales

• Apóyate en los hechos: cuando conozcas a una persona no la encasilles. Juzga desde los hechos y espera a conocerla.

• Sé asertivo: es importante ser honesto en las interacciones sociales. Para ello es fundamental conocer tus valores y principios y poder exponerlos de una forma honesta e integra sin por ello sentirte culpable. Expresa tus deseos de manera sencilla.

• No estés a la defensiva: es importante estar dispuesto a escuchar lo que la otra persona tiene que decir, y más que tomarlo como un ataque buscar si hay algo de verdad en el mensaje.

• Sé más tolerante: a lo mejor somos demasiado sensibles a las críticas y deberíamos empezar a comprobar nuestro nivel de tolerancia. Los que nos rodean también tienen puntos de vista y opiniones, aunque no estén de acuerdo con los nuestros es importante poder escucharlos. Acepta las diferencias y piensa que a veces una crítica es el mejor regalo.

• Sé flexible: no todo es blanco o negro. Hay grises y solo tienes que fijarte un poco más en los tonos.

Rebeca Carrasco, psicóloga

 
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