Crisis humanitaria en Cuba
> Situación de la capital demuestra que se requieren profundos cambios en todo el sistema de la agricultura cubana para liberar e incentivar a los campesinos
La Habana.- La situación de La Habana demuestra que profundos cambios se requieren en todo el sistema de la agricultura cubana para liberar e incentivar a los campesinos, en medio de propagación de coronavirus.
La capital recibía 500 toneladas de productos agrícolas diariamente, aún insuficientes para abastecer adecuadamente a los más de dos millones de habitantes. Actualmente, los Mercados Agropecuarios Estatales (MAE) tienen las tarimas vacías y hasta los de Oferta y Demanda están semivacíos. Los socorridos carretilleros han desaparecido.
Luis Antonio Torres Iríbar, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), primer secretario de ese órgano en la capital y presidente del Consejo de Defensa Provincial, exhortó a los medios de difusión a que avisaran a las empresas y cooperativas de las provincias de Artemisa, Mayabeque y Matanzas que la entrada de transporte no está prohibida para comercializar los productos como tradicionalmente se ha hecho.
El funcionario subrayó que se habló con las referidas provincias para que esas cooperativas, que tienen responsabilidad con los mercados, sepan que pueden entrar en La Habana, y “si hay que darles un permiso se les dé, lo que haga falta”.
Por su parte, Reynaldo García Zapata, gobernador y vicepresidente del Consejo de Defensa Provincial, informó durante uno de los chequeos diarios con el presidente Miguel Díaz-Canel que se dieron indicaciones en los 12 puntos de entrada a la ciudad para que todo lo que llegue entre por la vía que sea.
García Zapata añadió que el presidente del Consejo indicó hacer recorridos por cada uno de los puntos de entrada y esclarecer lo que está indicado y cómo se debe proceder. La Habana está bajo estricto control de acceso y salida por el aumento de casos de coronavirus.
La lluvia, y no la manida sequía, fue la excusa de las autoridades por la ausencia de viandas y hortalizas en los MAE y la disminución de otras formas de comercialización. La caída desde mayo, y hasta un 30 y 40 por ciento, de los suministros a La Habana, procedentes de las fértiles tierras de Artemisa y Mayabeque, así como de Matanzas, Cienfuegos y Ciego de Ávila había sido reconocida por directivos de la agricultura provincial en diversas presentaciones en la televisión nacional.
La capital carece de agricultura propia, lo cual se pretende mitigar con la agricultura urbana, suburbana y los patios y parcelas particulares, como resaltó Torres Iríbar durante un recorrido por entidades y minindustrias del municipio de Habana del Este.
Según detalló el diario Tribuna de La Habana el pasado 6 de septiembre, el funcionario orientó insertarse en las ventas de la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, y así mejorar la tecnología. Eso choca con el desvío del suministro cuando de abastecer los centros de atención al Covid-19 y resolver la crisis alimentaria se trata.
Cabe preguntarse qué ha estado haciendo la flamante Empresa Provincial de Acopio La Habana, que debió comenzar sus funciones antes de culminar 2019, como se anunció en agosto de ese año durante una visita a la inversión. Entonces, Torres Iríbar expresó que la entidad tendría el reto de mejorar la comercialización mayorista en la provincia.
En una etapa inicial, la empresa proveería alimentos a los mercados El Mónaco, La Palma y Cuatro Caminos, el cual ya contaba con una planta de beneficio y una línea empacadora de granos, informó en ese momento Esmel Seyera Cedeño, director de la futura empresa.
El sistema de acopio estatal había demostrado su ineficiencia, por lo que, tras muchas recomendaciones de agricultores y expertos, fue eliminado y desmontados sus almacenes y equipos hacia 2014, pero las fuerzas retrógradas adujeron la persistencia del desabastecimiento para reinstaurarlo en 2018.
En los Mercados de Oferta y Demanda sorprende no encontrar sus amplios surtidos de vegetales y frutas. Posiblemente, los precios topados a campesinos y comerciantes estén provocando esa otra pandemia: la del desabastecimiento. A tener en cuenta también la prohibición de vender fuera del municipio de residencia durante el retroceso a la cuarentena.
Cuando incluso las caras tiendas de venta en divisa carecen de alimentos para ofertar a la población de la capital y todo el país -que hace colas y sacrificios para pagar sus precios-, los productos agropecuarios tendrían que sustentar la nutrición del pueblo cubano. La Habana depende de productores de otras provincias, que luego de cumplir el “encargo estatal” escasamente suministran a sus propios mercados, y quizás se rehúsen a utilizar el limitado combustible y exponerse al peligro de contraer la covid-19.
Muchas cooperativas estaban incentivadas al tener locales arrendados, pero con la ofensiva de Acopio muchos fueron desalojados para devolverlos a los MAE. Ahora tampoco ellas pueden vender en las ferias de fines de semanas, ni llegar a los barrios donde suplían las eternas carencias estatales. Con los precios topados, sus márgenes de ganancias son bajos.
Las llamadas de auxilio de los directivos de la capital denotan relajamiento en la férrea disciplina e incapacidad en las estructuras de mando del PCC. El coronavirus ha demandado gran atención y recursos, pero los amplios aparatos burocráticos vuelven a demostrar su ineficiencia. (Cubanet)
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