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[David Foronda]

Elecciones, ¿esperanza de Bolivia?


Digamos que, tal cual opinan analistas, y obviamente el mismo ciudadano de a pie, en la actualidad --como siempre ha sucedido-- existe incertidumbre en la población boliviana sobre lo que podrá acaecer en el país. Si revisamos nuestra historia hallaremos que tal situación no deja de ser algo constante. La falta de certidumbre constituye desde esas épocas una especie de espada de Damocles para toda la nacionalidad. Incuestionable verdad, y quien soporta más tales embates es la familia, núcleo que constituye la base de la sociedad, a la cual se la socava continuamente; peor cuando no recibe un efectivo apoyo del Estado. Está inerme ante el actuar político nocivo que percibe a diario, hecho que le pone los pelos de punta, ya que no es poco soportar ser forzado espectador de las pugnas por intereses partidarios, de grupo y personales, o sea angurria y afanes de poder desmedidos, tan recurrentes en Bolivia.

No hallan sosiego frente a tal realidad que es cuasi una descarnada y persistente mala suerte que da la impresión de que la nación no puede encontrar la ruta al progreso. Y al recordar pasados intentos emprendidos por preclaros personajes que trataron de llevar a buen puerto la nave del Estado, y cayeron en el camino ante el accionar de enemigos internos y externos de tales aspiraciones, quedando así truncos tan nobles afanes. Al contrario, esas fuerzas oscuras nos empujan al permanente ostracismo del atraso y la pobreza, tristemente algo alentado por la desidia interna y el “no me importismo”.

Entonces surge la pregunta ¿cuál vendría a ser la última esperanza de los bolivianos y Bolivia? Que pueda emerger de las urnas un gobierno serio --es lo que se espera-- con el fin de emprender la gran cruzada de la profunda reestructuración del Estado. Y aunque se habla de que en “primer lugar” debemos cuidar la salud, evitar el contagio del virus, ante lo cual supuestamente preferirían no acudir a los recintos electorales, tal criterio no es generalizado, prevaleciendo que la mayoría --se comenta-- aguarda el día establecido para votar y así “salvar a Bolivia” de tantos males y acechanzas.

En consecuencia, quizás haciendo un supremo esfuerzo, sólo queda sufragar, evitando así mayor inseguridad a la nación y al conjunto ciudadano. Es el tiempo de pensar y actuar con serenidad y seriedad en esta coyuntura porque todos queremos: una justicia proba e imparcial; excelente educación para nuestros hijos; legisladores con mentalidad de patria; autoridades de servicio al país; freno a la delincuencia; franco apoyo estatal a la familia, núcleo de la sociedad; amparo y justicia para mujeres, niños, y ancianos; un sistema sanitario óptimo; en suma una vida digna como añora y quiere todo habitante de estas latitudes. De manera que quizá estas elecciones próximas puedan constituirse en una especie de “esperanza” de nuestro querido terruño y la colectividad toda, ya que luego no se sabe qué podría venir.

 
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