Pese a que el gobierno transitorio presidido por la señora Jeanine Áñez solo tiene un tiempo de vida y actividad con numerosas limitaciones perentorias y ha convocado a elecciones generales para el 18 de octubre venidero, existen intereses subterráneos que tratan de desestabilizarlo con el fin exclusivo de restaurar el orden anárquico y dictatorial que se imponía en el país por medio de una dictadura disfrazada de democracia.
Se debe considerar, en todo caso, que esa conjura no es solo de aventureros nativos sino de un conjunto de extremistas inspirados en el infantilismo de izquierda, tanto de origen interno como externo y que actúan desde las sombras de la clandestinidad para llevar al país a la extrema derecha, como siempre lo han hecho.
Esa conjura tiene como mascarón de proa a Evo Morales, como ha sucedido desde su aparición. Lo manejan los llamados izquierdistas nativos que, en toda la historia de su participación en la política boliviana, trabajaron para la derecha y le entregaron el poder en bandeja de plata, (como el 21 de julio de 1946 y en otras oportunidades). Junto a ese infantilismo de izquierda de turbia trayectoria, también conspiran grupos de derecha (con título de izquierda) que están agazapados en países vecinos, donde protegen al caudillo contrarrevolucionario, Evo Morales, como es el caso de Argentina, país al que condujeron a la bancarrota.
La historia de Bolivia no se repite como comedia, sino como tragedia y, en esa forma, cuando los “izquierdistas” ofrecen el paraíso, el socialismo Siglo XXI, vivir sin trabajar, lo único que están haciendo es tender la cama a la derecha para que proceda a la rebaja de salarios, masacres, inflación, caos y, por decir lo menos, como siempre resultó cuando tomaron el poder, del que, además, se apoderaron para llenarse los bolsillos y en el momento de la verdad fugar a países europeos para gozar de vivienda, alimentación, educación, subvenciones y toda clase de facilidades.
Ese sistema de inmoralidad política, carente de principios y valores, aun sabiendo que se está dando la cabeza contra el muro de cemento armado de la realidad y que su sistema no va a dar ningún resultado, sigue empeñado en sus sueños utópicos. No ha aprendido las lecciones de la vida y, entre otros, cuando repiten un error, no reconocen y lo que es peor, lo repiten, cayendo en esa forma en la estupidez de la cual ellos mismos son víctimas, aunque aferrados a sus elucubraciones de fantasía.
Por ejemplo, no se han dado cuenta hasta el presente que los sueños socialistas han fracaso de hecho en la hoy enterrada Unión Soviética, fracaso que confirma que esa ideología no tenía valor, ya que puesta en aplicación en la práctica, no tuvo el menor resultado favorable y se demostró en los hechos que no valía. La práctica, como se sabe, es la prueba de fuego para el valor de todo pensamiento o teoría política y cuando la teoría socialista fue puesta en práctica no aguantó un disparo y se derrumbó como un castillo de fósforos sin dar un tiro. No pasó la prueba de la práctica.
Ese error intentan repetir los izquierdistas nativos, o sea hacer lo que la práctica ya ha demostrado que no sirve, en otras palabras, caer de nuevo en la estupidez, con conocimiento de causa.
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