Crisis por Covid-19 en El Alto
> Miles de familias alteñas quedaron afectadas laboralmente por las medidas sanitarias contra la enfermedad del Covid-19, la necesidad obliga a buscar nuevos métodos para incrementar las ventas
Todas las mañanas José Luis Cuqui de 28 años de edad se prepara junto a su pequeña sobrina Micaela de 7 años para salir a vender “herviditos” o jugos de mocochinchi (durazno deshidratado) en la ciudad de El Alto. Ambos se disfrazan: él de El Chavo y ella de La Chilindrina, con la ilusión de ganar algunos pesos para el sustento de su familia, que está conformada por su mamá, una adulta mayor, y su hermana que es madre de tres niñas, abandonada hace tres años por su esposo.
José Luis, antes de la pandemia del coronavirus (Covid-19), trabajaba como ayudante de albañil, pero con la declaración de la cuarentena rígida se quedó sin empleo. Preocupado, comenzó a buscar nuevas opciones y consiguió un trabajo de soldador. Hace más de un mes sufrió un accidente laboral. Cuando soldaba una chispa le saltó al ojo y le dejó sin visión.
El problema es grave. Necesita un trasplante de córnea para volver a ver, pero le costará Bs 8.000. Con tristeza cuenta a ANF que no dejó de llorar cuando se enteró que podría perder el ojo si no se somete a la cirugía. Con el apoyo de su mamá y sus sobrinas decidió salir a vender los refrescos de mocochinchi en la avenida Litoral, cerca al aeropuerto internacional de la urbe alteña.
Su producto cuesta Bs 1 y debe ofrecer a los vehículos que transitan por esa ruta. Las primeras semanas no fue bien, casi no vendía nada. Pero su suerte mejoraría gracias a una idea. Una tarde observó en su vivienda en la zona de El Mercedario cómo una de sus sobrinas sonreía feliz al ver la serie televisiva El Chavo del 8; ese día decidió que debía disfrazarse de ese personaje para alegrar a sus clientes y mejorar su venta de “fresquitos”.
“Mi sobrina un día estaba viendo El Chavo y (...) he dicho ‘voy a disfrazarme, voy a alegrar a mis clientes y así me van a comprar más’; desde ese día salgo disfrazado, tela tenía y mi tía me ha ayudado a hacer el traje”, cuenta.
Sus ventas mejoraron, su pequeña sobrina al verlo disfrazado de su personaje favorito, quiso acompañarlo, y desde hace un mes juntos se preparan desde muy temprano para iniciar su rutina. Desde su vivienda, en la zona El Mercedario, caminan alrededor de 25 minutos hasta la avenida Litoral, adonde llegan a las 08.00, para de inmediato empezar a ofrecer sus hervidos a los conductores.
Cuando les va bien ganan entre 80 y 100 bolivianos; de ese dinero destinan 50 bolivianos para la compra de azúcar y mocochinchi, y el resto lo destinan para la alimentación de la familia.
“Mi sobrinita me acompaña todos los días, ‘yo me voy a vestir de chilindrina‘, me ha dicho un día, y desde hace un mes me acompaña, juntos vendemos. A veces nos va bien, otras no, pero siempre tratamos de alegrar a la gente, y de a poco tengo que reunir para mi ojo, porque quiero seguir trabajando para ayudar a mi mamá, a mi hermana y mis tres sobrinas, que han sido abandonadas por su papá, solo me tienen a mí”, afirma.
Lo que más lo tiene intranquilo a José Luis es la preocupación por recuperar la visión de su ojo derecho, que es el más afectado.
“Quiero recuperar la vista para volver a trabajar, para ayudar a mi mamá, a mis sobrinitas”, reitera.
Para cualquier ayuda a José Luis, “El Chavo”, pueden contactarlo al número de celular 73336697.
La historia de José Luis y su sobrina se hizo viral, luego de que ANF publicara su caso en las redes sociales el pasado 9 de septiembre. Incluso, el director de Coordinación con los Movimientos Sociales, Rafael Quispe, anunció que apoyará a la familia.