La economía boliviana está en crisis, pese a que el anterior gobierno aseveró que estaba adecuadamente blindada para encarar los problemas que se presentaran. Si no se siguen los pasos adecuados y oportunos podría terminar derrumbándose con una recesión, la más grande de la historia del país, con 8 % de la caída del PIB.
Un déficit fiscal y comercial acumulados durante los últimos años, la elevada pérdida de reservas internacionales, el incremento desmesurado del endeudamiento externo son solo algunos problemas que debemos encarar de inmediato. Se están dando los primeros pasos, pero no ayuda tener un gobierno que terminará su misión entregando la presidencia al que salga electo en octubre o noviembre próximo.
En este marco, la preocupación de las nuevas autoridades gubernamentales del país debe estar dirigida a la creación de fuentes de trabajo, para llevar al hogar de los bolivianos la tranquilidad necesaria.
Si se desea que las familias recuperen la confianza y vuelvan a consumir, induciendo a las empresas a trabajar y alentar el comercio, no son suficientes los bonos ni las inyecciones de liquidez del 5 % del PIB para reactivar la oferta y demanda, o el Fondo de Garantía para préstamos. Deben tener trabajo seguro, permanente y formal.
Para dar trabajo se requiere reactivar la economía y volver a las cadenas de valor, utilizando las nuevas tecnologías que forman parte de la Economía 4.0. Es necesario tener un clima de inversión adecuado con nuevas reglas de inversión para la minería, el gas, el petróleo y el litio, otorgando seguridad jurídica a los empresarios del país y del mundo.
La recesión presente a escala mundial lleva a todos los países a una alta competencia por captar nuevas inversiones en todo el mundo, por lo que el sector privado nacional requiere una mayor apertura, que le permita competir con más posibilidades en la búsqueda de capital.
Según Rodolfo Eróstegui, analista en temas laborales, el empleo informal alcanza el 80 por ciento de la mano de obra ocupada, dejando solo el 20 % para la llamada economía formal. Lamentablemente es la herencia de la anterior administración gubernamental, que solo fomentó el trabajo informal, el trabajo generado por el propio trabajador al margen de la legalidad.
Pese a las adversidades, el ingenio humano no deja de sorprendernos. Un caso real es el de Miguel Huallpara, un artesano que antes de la pandemia tenía una tienda de cotillones y que por efectos de la cuarentena se quedó sin compradores. Ahora, para mantener a su familia vende por las calles unos títeres del coronavirus. En declaraciones a un medio de comunicación dijo: “Mi lema es que si el coronavirus me derrumbó, también tiene que levantarme, volverme a poner a flote vendiendo y sacar algo de dinero con esto”.
Esta idea tiene que ser la que prime tanto en las autoridades del gobierno como en los empresarios. De esta crisis debemos salir fortalecidos. Para que esto sea posible es indispensable garantizar los actuales empleos y asegurar nuevas fuentes de trabajo. Los empresarios debemos reinventarnos y generar riqueza para el desarrollo del país.
La familia que tenga empleo podrá asegurar la demanda necesaria para que el mercado se convierta en el motor del crecimiento de la economía y el desarrollo nacional, que a su vez deberá traducirse en el bienestar de todos los bolivianos.
Nadie podía prever los efectos de esta pandemia en el mundo entero. La llegada de El Niño y sus efectos climáticos, o los posibles huracanes son previsibles pero no una pandemia como la que estamos viviendo. Este hecho nos deja a todos en una gran incertidumbre, y para salir de ella necesitamos de un liderazgo firme e interesado en el bienestar de todos.
Aparte de los humanos, víctimas de este Covid-19, esta pandemia también afectó de manera dramática al empleo. Solo de manera enunciativa citamos algunos datos de la OIT muy contundentes, al segundo trimestre de este año:
- En Brasil se perdieron 7,8 millones de puestos de trabajo y 12,7 millones están sin trabajo.
- Chile tiene la tasa de desempleo más alta de los últimos 10 años.
- En Bolivia el desempleo subió casi dos puntos, de 5,7 % a 7,3 %, lo que significa unos 100 mil empleos, aproximadamente.
- En Colombia, en mayo la tasa de desempleo urbano subió a su nivel mensual más alto.
- El coronavirus llevó a América Latina y el Caribe a un nuevo récord: 41 millones de personas sin empleo, cuando en enero solo llegaba a 25 millones. Esto ha provocado una crisis económica y social sin precedentes.
- Si la situación no se estabiliza, la tasa promedio de desempleo en la región podría subir del 8,1 % de fines de 2019 hasta el 13 % a fines de este 2020, con el consecuente incremento de pobreza y desigualdad.
- Se estima que 60 % de los trabajadores que ahora tienen empleo en América Latina y el Caribe están expuestos a posibles pérdidas de empleo, reducción de horas de trabajo y de sus ingresos.
El problema del desempleo no es exclusividad de Bolivia. El coronavirus está haciendo estragos en los Estados Unidos. Solo en abril más de 20 millones de personas perdieron su trabajo, lo que eleva la tasa de desocupación al 14,7 %.
Para el Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina (Ieral) de la Fundación Mediterránea, la pandemia que azota al mundo es responsable de la caída, en promedio, del 40% de la facturación de las actividades que más empleo formal generan en ese país, llegando al 70 % en casos extremos como los asociados al turismo y la gastronomía. Y la situación es más preocupante porque estos sectores emplean al 68% de los trabajadores formales.
Como Cámara Nacional de Comercio queremos ayudar a las empresas a encarar los cambios, para ello se están preparando cursos de capacitación en distintos ámbitos, que unidos a la creatividad logren mantener las actuales fuentes de trabajo y generar nuevos empleos. Debemos reinventarnos y aunar esfuerzos.
Para obtener buenos resultados, el gobierno también debe tener como prioridad en su política económica, el empleo.
El autor es Economista y ahora Presidente de la Cámara Nacional de Comercio.
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