Cuando resultó ganador de las elecciones de diciembre de 2005 el señor Morales y asumió la Presidencia de la República hubo buena dosis de satisfacción en el país porque se suponía que habría cambios importantes en beneficio de todo el país; pero, a pocos meses, hubo cambios solamente favorables al partido del Presidente que, a su vez, fungía como presidente de seis federaciones de cocaleros del Chapare. Los cambios fueron a favor muy relativo de indígenas, campesinos, originarios y componentes de los cultivadores de coca; el resto fue olvidado y todo lo prometido durante la campaña en pro de la nación quedó en el olvido del gobierno pero latente en el pueblo que esperaba, de todos modos, cambios en determinadas políticas que nunca sucedieron.
Fueron casi l4 años de un gobierno totalitario que nada positivo significaron para el país y ocurrió todo en contra, porque se malgastó fortunas que nunca se había tenido: el Presidente y su partido dispusieron de manera festinatoria de todo el contenido de las arcas del Estado, coparon el resultado de una condonación superior a los dos mil millones de dólares que hicieron a favor de Bolivia países amigos y organismos financieros internacionales. Esa condonación fue tramitada por el gobierno del Gral. Banzer. A estas ventajas se añadió el hecho de que los precios internacionales del petróleo subieron a cifras jamás pensadas, y por las ventas de gas conforme a contratos con Brasil y Argentina se percibió miles de millones de dólares. Toda esta fortuna fue dispuesta por el masismo bajo la dirección del Presidente que dijo: “Ellos (anteriores gobiernos) aprovecharon del país durante 500 años hasta esclavizando a los originarios indígenas; ahora nos llegó el turno y nadie detendrá el proceso de tener el gobierno indefinidamente y disponer de todo lo que tenga el país”.
Esa declaración fue básica para lo hecho durante su permanencia en el poder, haciendo abstracción de lo que necesitaba invertir la nación en obras de desarrollo; al gastar irracionalmente en viajes, compras y construcciones lujosas; aprovechar todo lo que poseía la nación, gastar discrecionalmente el dinero encontrado en enero de 2006 y utilizar todos los ingresos habidos desde ese año, al margen de disponer íntegramente de donaciones y ayudas de la comunidad internacional y de organismos financieros que confiaban en que, efectivamente, el nuevo gobierno haría cambios sustanciales a favor del país con obras que signifiquen disminuir radicalmente la pobreza. Pero nada de eso ocurrió y si fueron realizadas obras, fueron a favor de grupos minoritarios de campesinos que lo apoyaban y solo con canchas deportivas y sedes sociales sindicales con costos que triplicaron los presupuestos porque, se dijo, “había que fortalecer al partido”.
Los “cambios” significaron enriquecimientos desmedidos del Presidente, su segundo, sus grupos de cocaleros y el entorno que lo apoyaba. Los cambios para el país fueron simples enunciados demagógicos; el crecimiento de algunas ciudades con obras de infraestructura se debe a la iniciativa privada que, obligada por la carencia de viviendas y mediante créditos bancarios procedentes de préstamos foráneos, hizo inversiones. Y si fueron construidos caminos y obras no siempre resultaron de calidad óptima, puesto que muchos de ellos han sido calificados como “pésimas construcciones”. Se ha hecho inversiones, como en el caso de un remolcador y barcazas chinas, con un pago por adelantado de 30 millones de dólares, sin resultado positivo alguno; compras de vagones y otros para un ferrocarril que jamás se construyó, resultó ser otra estafa con el estilo Bulo-Bulo y sería interminable el listado de inversiones nunca ejecutadas, pero que figuran como “inversiones de los programas “Evo cumple y Bolivia cambia”, “slogan” que sirvió para engatusar y engañar a su propia militancia, cuya mayor parte vive decepcionada del populismo y la demagogia, desarrollados en toda forma.
Y mientras se vive esta realidad en la que no hay un mínimo de conciencia para reconocer todo el mal que se hizo al país por parte del masismo, su jefe y su entorno pretenden que el pueblo olvide, que se haga abstracción del sufrimiento de miles de familias por los crímenes y latrocinios cometidos en desmedro de la economía nacional; que se olvide y “borrón y cuenta nueva” se imponga para que vuelvan al poder y continúen los sátrapas con su labor destructiva por tiempo indefinido.
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