La pandemia, un desastre mundial, ocasiona problemas de todo tipo, especialmente en la parte económica. Existen países que, juiciosamente, tratan de combatir a este mal endémico, conociendo que éste no es local y, por lo tanto, tienen que vivir con el mismo. Lo catastrófico del problema son sus efectos, como la masiva desocupación y la falta de empleo, tanto fuera como dentro del país, donde la falta de alimentación prolifera por doquier, con gente en busca de recursos, para paliar el hambre del grupo familiar.
Por este motivo, quienes aportaron al SIP para su jubilación, piden retirar sus recursos. Personalmente digo que está fuera de lugar lo que demandan algunos sectores, la devolución de aportes por muchos años de trabajo, acumulados para el momento en que llegue la vejez, y no ser sentenciado a la extrema pobreza. Retirar los mismos dejaría en un estado realmente agonizante al sistema, en el último periodo de vida de esas personas que, con mucho esfuerzo, lograron reservar cierta cantidad de recursos. Retirarlos precisamente en el peor periodo de su existencia (la vejez), se convierte en un pedido que atenta contra esos mismos solicitantes. Es correcto que ellos piensen que falta lo más elemental para las familias, como son los medios de subsistencia, pero es necesario buscar otros rubros, que no atenten contra los que en el futuro requieran una renta.
El Gobierno ha solicitado créditos para apoyar el mantenimiento de todo el pueblo, los cuales son, lamentablemente, bloqueados por asambleístas, lo que podemos entender que se asemeja a cercar a las ciudades, para que no ingresen productos, solo con la diferencia de no dejar libres recursos económicos, obligando de esta manera a incrementar el hambre, catalogando el mismo como una provocación al pueblo en general, porque esos medios no solamente servirán para sectores elegidos, sino para la mayor parte de los necesitados.
En el caso del retiro de aportaciones, se entiende que la situación del desempleado es, en algunos casos, desesperante, y el Gobierno debe dar solución al problema, dotándoles de cierto monto del crédito bloqueado, que no dañe las rentas futuras. En caso de haber negativa, sugiero que sean utilizados recursos de los RIESGOS PREVISIONALES, teniendo en cuenta que el uso de esos aportes debe tener una reserva bastante elevada, además que ésta ya fue utilizada antes, sin consulta, para aumentar rentas del SIP. Debemos recordar que pese a ser el aporte un tercio, aproximadamente, de lo aportado para la jubilación, los casos de riesgos no tienen uso en proporción al número de la población trabajadora, y según datos que podemos calcular, el egreso no pasa del 10% del total, esto significa que el Estado podría disponer de esos medios acumulados, de los aportantes a este régimen, para cubrir necesidades.
Por ello se propone conceder la devolución que corresponda a cada trabajador, previo un cálculo rápido de los recursos acumulados por los mismos. Sabemos que no hay una proporcionalidad que vaya acompañada, en relación con los activos y al número de los que sufren discapacidades o diferentes grados de disfunción, que son muy reducidos en el país. Posteriormente o simultáneamente a la devolución, es imprescindible revisar todos los artículos correspondientes al régimen previsional; en uno de los artículos se refiere que para conceder una renta de viudedad u orfandad, prima la edad del fallecido inválido.
Entre las promesas que hacen los candidatos se escucha o lee que concederán de inmediato la entrega de los aportes que se hizo a las AFPs, pero no se dan cuenta que el trabajador, luego que reciba esos recursos, a la larga no tendrá jubilación. Y por esto veremos a esos ex trabajadores tendidos en las calles, pidiendo que el gobierno de turno les conceda un medio de vida o sea una renta, porque no tendrán jubilación.
Creo que la devolución de los recursos previsionales tendrá aceptación para atender el mencionado pedido que origina conflicto, pero también queda el resto de la población que no ha aportado a algún régimen, y por lo tanto la solución solo es parcial en el país. Lo más importante es que si se sigue presionando, podemos pasar a una situación dramática, el hambre no espera elecciones, no espera otro gobierno. Pero no habrá una solución inmediata, tenemos que darnos cuenta que con cualquier gobierno, la crisis no desaparecerá en mucho tiempo, se profundizará con la devolución de aportes, que solo podrá mitigar las actuales necesidades, sin prever el futuro que afectará también a los dependientes.
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