Valores bolivianos
Susana Gutiérrez
En el mundo son pocos los países que tienen una política cultural que sea una sólida muestra de su estructura de formación humana, y cuando hablamos de América Latina es necesario reducir los márgenes para llegar hasta Bolivia, donde “hacer cultura” es prácticamente un emprendimiento privado.
Por ese y otros motivos, la tarea de la cruceña Daniela Mérida es doblemente gratificante, porque conlleva un desafío personal, que incluye la parte económica, el gran talón de Aquiles de las políticas culturales en el país. Algunos de esos temas, que van desde el inicio de la idea de contar con una galería de arte hasta la proyección hacia el futuro, son explicados por la emprendedora y empresaria, quien un buen día, y contra todos los pronósticos, aceptó el reto de apostar por la cultura con los resultados por todos conocidos.
¿Cómo fue que llegas a vivir a La Paz y qué hizo que te quedaras?
Cuando llegué a La Paz muy jovencita a estudiar Psicología en La Universidad Católica Boliviana no tenía idea que echaría raíces tan profundas en esta ciudad. Acá me formé profesionalmente, obtuve la Licenciatura en Psicología, luego cursé la Maestría en Psicología Organizacional y en otras materias de Recursos Humanos, área en la que me especialicé y me desempeñé durante muchos años. Amo y estoy muy agradecida con esta ciudad y su gente que me sigue acogiendo hace ya treinta y un años. Acá me casé, tengo tres hijos paceños, Santiago de 21, Juan Pablo de 13 y José de 10. Con los años me convertí en una embajadora cruceña en La Paz. Me encanta recibir a las familias cruceñas que vienen a instalarse o de visita, mostrarles sus montañas, su urbe y su vida cultural.
¿Cómo nace la idea de abrir una galería de arte?
Hace ya casi diez años abrimos el Espacio de Arte Mérida Romero, inicialmente para exhibir obras de arte, objetos de diseño, el proyecto además incluía un pequeño café y una biblioteca especializada. Tanto los artistas como el público nos pidieron que el espacio de arte albergara una galería con una agenda de exposiciones. Fue muy especial cuando el mismo Alfredo La Paca y su esposa Rita Del Solar nos impulsaron a centrarnos en poner una galería de arte. Sabía que era mi turno de iniciar una dura pero noble travesía de apoyo al arte y a la cultura de nuestro país. Durante todos estos años y con quien en ese entonces era mi esposo José Romero, nos convertimos en los nuevos mecenas de arte en Bolivia.
Los altos costos operativos para llevar adelante una gestión y una puesta en escena con estándares internacionales requirieron utilizar recursos propios imposibles de ser cubiertos por un mercado de arte y prácticas ya establecidas en la industria creativa.
¿Cuál fue el objetivo principal del emprendimiento?
Nacimos como una institución artística y cultural creyendo que la cultura es una necesidad primordial, que el arte y la cultura son transversales a la humanidad, que un país sin cultura no es nada, que un país que crece sin ella crece hacia vacío. Estoy convencida que nuestro país tiene un inmenso potencial creativo, que lo que se necesita es creer en nosotros como bolivianos y que los artistas con una adecuada gestión pueden vivir de su arte.
¿Qué es necesario para llevar adelante una galería?
Estos años los pilares de nuestra gestión, indudablemente, ha sido nuestro compromiso tanto con los artistas como con nuestra comunidad, mucha pasión y un gran profesionalismo.
En estos momentos, en los cuales estamos viviendo una crisis económica debido a la pandemia mundial del Covid-19, una incertidumbre pre electoral, necesitamos aliados estratégicos para volver a operar de la manera que lo hemos estado haciendo todos estos años. Esperamos que la comunidad empresarial y civil se unan a esta labor tan importante, tan fundamental y que tiene un gran impacto en nuestro país a nivel social y económico.
¿Puede el arte crear unión en el país?
Las manifestaciones del arte al igual que sus finalidades son infinitas, se transforman a partir de las necesidades y de la mirada de los diferentes actores. El arte es un canal por el cual se borran fronteras y se resuelven conflictos, el arte concilia, relata, cuestiona, es un manifiesto y como toda herramienta puede ser utilizado para un bien común o no.
¿Qué se puede decir de las políticas estatales hacia el arte?
Es responsabilidad del Estado velar la industria creativa la cual mueve la Economía Naranja, tal como lo vienen haciendo otros países que son conscientes de ello y mucho más hora que las medidas de confinamiento han afectado a los artistas, a los profesionales de la cultura y todos los trabajadores vinculados a ella. Es necesario que el Estado genere políticas públicas y acciones concretas para paliar los efectos de la pandemia en el sector. Es rol del Estado recuperar y ayudar al sector cultural a sobrevivir y a reactivarse.
El gobierno debe considerar medidas económicas para contrarrestar los efectos negativos del COVID y apoyar a la recuperación de miles de puestos de trabajo y a la reactivación de un sector de importancia capital. La reposición o creación de una instancia sensible que se adapte a las nuevas necesidades y vele por los intereses del sector se hace imperante.
Se necesita una instancia específica que evalúe qué sectores son los que más ayuda necesitan en este momento, que piense en nuevas formas de hacer cultura para que esta crisis se convierta en una oportunidad, que tome medidas concretas y proponga programas claves para hacer frente a la pandemia y sus repercusiones. Es urgente la restitución de Ministerio de Culturas e implementación de un Viceministerio de Reactivación y Economía Naranja, centrados en crear estrategias a favor de la recuperación de la cultura en la que se involucre a otras instituciones públicas y privadas.
Es urgente desarrollar acciones que eviten el derrumbe de la economía cultural. Habrá que subsidiar, fomentar, desarrollar proyectos desde el Estado y buscando la alianza del sector privado, que sostengan el trabajo de nuestros artistas. Destinar fondos para este sector estratégico de la vida social, para cubrir la seguridad social de artistas y actores culturales, para actividades de creación, formación virtual, producción y circulación de espectáculos públicos de artes escénicas durante los próximos ochos meses, no sólo para los actores principales sino para todos los actores de la cadena de la cadena de valor de la Economía Naranja, vale decir, componente creativo, producción, distribución y espacios culturales. Implementar diferentes herramientas digitales para asegurar el libre acceso en todo el país a múltiples actividades artísticas culturales que hasta no hace mucho era difícil observarlas en salas, estadios y diferentes espacios.
¿Cuáles son las proyecciones de Mérida Romero?
Como galería debemos seguir coadyuvando a la reactivación de la Economía Naranja, los artistas y nuestro país necesitan que seamos un intermediario entre ellos y el público para seguir produciendo y vivir de su arte.
Hemos ido adaptando la galería a la nueva realidad, explorando nuevas fórmulas de venta, de visualización virtual, vías de difusión y comercialización que ofrecen las nuevas tecnologías, de activación del mercado del arte.
Por el momento, hemos abierto a nuestros clientes en un espacio “no público” la posibilidad de generar visitas previamente concertadas guardando los protocolos de bioseguridad, ya que a la hora de decidir adquirir una obra de arte, la interacción humana, la contemplación física del arte es importante.
Otra acción que ha resultado muy interesante, que si bien lo hemos hecho anteriormente ha sido el llevar las obras de arte a las casas de los clientes, quienes valoran la comodidad de ver las obras en sus propios espacios sin tener que salir, además del beneficio de probarlas en el sitio y recibir asesoramiento personalizado. Estas visitas generan un encuentro íntimo y profundo, la galería se traslada y se convierte en un nexo cercano entre el arte y el comprador. El cliente abre las puertas de su intimidad, habla de su gusto por el arte, sobre sus preferencias, de sus obras favoritas de su colección y demás anécdotas relacionadas con ellas. El tiempo invertido, el costo y riesgo de traslado de las obras bien lo valen, es un enriquecimiento mutuo.
Salir de la situación en la que nos encontramos no solo es una cuestión de intereses y decisiones políticas, implica también una cuestión ética, donde lo humano entra en juego, no retroceder frente al miedo, frente a la angustia, a las contingencias, al sufrimiento y a la incertidumbre. Es interesante explorar lo que se viene, las nuevas posibilidades y ver cómo se desarrolla. Incluir la flexibilidad, las sostenibilidad y la creatividad como valores sólidos en la configuración del futuro de nuestra cultura posterior a la crisis de Covid-19.