Clepsidra
Corroborando con ese viejo adagio que reza: “En Bolivia lo que no ocurre es raro”, a los bolivianos, al margen de la peste china que nos asola, nos ha tocado vivir por primera vez en nuestra historia hechos que jamás habrían pasado por nuestra mente hipercreativa, como la renuncia de la candidata a la presidencia en plena campaña electoral y cuando ya estaban las boletas de sufragio impresas y con su agraciado rostro en ellas.
Dicha dimisión, a más de constituirse en una actitud rayana en la inverosimilitud, deja a centenas de candidatos con la Biblia bajo el brazo y con los deditos en Cruz, prestos a jurar a sus curules del hemiciclo parlamentario. Asimismo, al desunirse la “Alianza Juntos”, sumerge a la opinión pública en los meandros y tejemanejes de la política, completamente aletargada y obligada a atenderla por radio y redes sociales las 24 horas del día, debido a que esta peste no le deja otra opción.
Ahora bien, lo extraordinario de esta renuncia, tirando la toalla antes de subir al cuadrilátero, más que en su espectacularidad, radica en el secretismo en el que fue concebida, actitud inaudita entre los bolivianos, lo cual da pábulo a múltiples especulaciones que van desde lo absurdo a lo surrealista; desde lo inocente, hasta lo siniestro, como el inminente rebrote del virus que no permitirá la realización de elecciones, hasta el rebrote del MAS, que sería más dañino que la pandemia misma. Otra versión más atrevida aún señala que una posible unión entre el coreano Chi y la Dra. Áñez daría un colla, muy peligroso para el oriente.
Entretanto, como no queriendo rezagarse en este torneo de extravagancias, fuimos sorprendidos con la presentación de un libro del Gral. Freddy Bersatti, ex Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas del Estado Plurinacional, intitulado “Los cuatro del poder oscuro” en el que promete “revelaciones” sobre los 14 años de poder del fugitivo jefe cocalero y su cúpula de “ilustrados”.
En dicha presentación, el naciente intelectual afirmó cómo esos cuatro personajes ávidos de poder y de dinero, lograron “secuestrar” al entonces mandatario y a su denominado proceso de cambio, para impulsar su proyecto político. Asimismo, cita cinco “intentonas golpistas” desde el propio gobierno masista, para activar la sucesión constitucional, marco en el que el general en retiro identifica al exvicepresidente Álvaro García Linera, como el cabecilla de ese clan de poder que manipuló todos los hechos que marcaron de forma negativa la gestión del MAS.
Lo notable de esta obra, digna de un premio Cervantes, o al menos un galardón Nicolás Maduro a la cultura, es que confirma esa inmortal sentencia de Napoleón cuando, requerido por uno de sus generales pidiendo el ascenso de un camarada de no muy buenos antecedentes señaló: “Al traidor se le paga, no se lo asciende”.
Se supone que el acusador de marras, al no denunciar dichos delitos cuando ostentaba el más alto cargo de las FFAA y vestía el poncho rojo sobre el uniforme de la patria, fue cómplice de ellos, y cometió el delito de encubrimiento y de incumplimiento de deberes, a cuenta de prebendas y sinecuras que agravan su comportamiento y enlodan las memorias de un General Versátil.
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