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[Humberto Vacaflor]

Análisis económico

Mensajes externos


Dos mensajes le llegaron al país en los últimos días. Uno referido a las drogas y otro referido a la economía.

El de las drogas vino directamente del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien dijo en su informe sobre la guerra contra las drogas en el mundo que Bolivia ha mejorado en los últimos meses y que podría mejorar más todavía si mantuviera su actitud severa contra los narcotraficantes y sus socios. De esa manera, dijo Trump, el nombre de Bolivia podría salir de la lista de los países que, en lugar de combatir, ayudan o son socios de los narcotraficantes.

El segundo mensaje llegó de Moodys, la calificadora de riesgos, sobre la conveniencia o no de invertir en algunos países.

 

Una segunda ola de contagios en Europa y Estados Unidos resultó en una caída en el precio del petróleo. Esto, a pesar de una recuperación en los primeros días de la semana, gracias a una disminución en el nivel de reservas almacenadas en Estados Unidos. El precio podría volver a caer tras el anuncio de Libia e Irak en sentido de que volverán a aumentar sus exportaciones que se habían reducido por conflictos internos y sanciones, respectivamente.

El valor de las exportaciones bolivianas de oro, que habían empezado el año por encima de lo registrado en 2019, cayeron en 99 % en el mes de abril, 92 % en mayo, 31 % en junio y 43 % en julio de este año comparado los mismos meses del año anterior. El efecto de la pandemia logró contrarrestas un aumento de precios en la cotización mundial del oro de más de 20 % en 12 meses. Sin embargo, en septiembre el precio cayó 5,49 %.

El valor de las exportaciones bolivianas de zinc en 2020 es 52% menor al registrado en el mismo periodo de 2019. La caída empezó en abril con 96%, en mayo la caída fue de 86%, en junio de 47% y en julio 62%, comparando cada mes con el de 2019. El volumen de las exportaciones de zinc ya habían caído antes de abril, las empresas chinas que son el mayor comprador mundial de zinc venían reduciendo su consumo desde noviembre de 2019.

Moodys rebajó la calificación de Bolivia de B1 a B2, lo que equivale a decir que ahora es más riesgoso que antes invertir, por ejemplo, en la compra de bonos soberanos bolivianos.

Pero, en compensación, y muy buena compensación, dijo la calificadora que las proyecciones son alentadoras y que dependerá de lo que haga Bolivia en el inmediato futuro para mejorar su calificación.

Es decir que, sin gritos, sin alarmas, sin amenazas, Moodys nos ha dicho que votemos bien el 18 de octubre, que no nos equivoquemos, porque con el voto podremos influir para que las cosas mejoren en el país.

Y esto último es muy importante porque si el país tuviera una buena calificación podría recibir inversiones extranjeras, esas inversiones que servirían para crear una nueva economía, que venga a reemplazar a la que fue demolida por el MAS, primero, y por la pandemia, después.

El elector debe tener en cuenta que ha llegado el momento de reinventar el país, ahora que nos hemos quedado sin gas natural, que no hay minerales, excepto el oro que ha sido concedido a los chinos por el gobierno anterior, y ahí está.

¿De qué vamos a vivir? Ya se sabe: hay un partido político que propone, con hechos claros, que Bolivia se convierta en un Afganistán y destine todas sus tierras al cultivo de la coca.

Es una propuesta que tiene sus riegos, comenzando por el hecho de que la fabricación y comercio de las drogas es algo prohibido por la ONU en acuerdos firmados por el país. Los otros riesgos son más peligrosos todavía: consisten en la destrucción de la moral del país, la condena a la juventud, la destrucción de la familia...

Muy raras veces se presentan ocasiones electorales en las que las disyuntivas son tan radicales, como la que se presenta ahora para los bolivianos. El voto decidirá el futuro del país, comenzando con la posibilidad de repudiar a quienes plantean la propuesta pecaminosa.

Ahora se sabe que el fraude del 20 de octubre del año pasado fue montado por unos expertos mexicanos y el padrón electoral fue inflado por venezolanos, todos ellos contratados por millones de dólares.

¿Qué hacían, entonces, los masistas, aparte de contar el dinero que robaban y firmar contratos supermillonarios para comprar plantas industriales inservibles que costaron más de 3.000 millones de dólares?


Moneda sin valor

El salario mínimo legal en Venezuela es de 400.000 bolívares desde finales del pasado abril, cuando el presidente Nicolás Maduro lo ordenó. El miércoles de esta semana el dólar en el mercado paralelo superó esa marca, por lo que el salario mínimo es ahora menos de 1 dólar al mes. Esto explica que más del 60 % de las transacciones se hacen en dólares.

Caída histórica

El PIB de Argentina cayó en 19,1 % en el segundo trimestre con lo que suma nueve trimestres consecutivos sin crecimiento en el PIB. Las exportaciones cayeron 11,7 %, el consumo privado en 18,9 % y el público, un 10,4 %. La actividad en hoteles y restaurantes cayó 73,4 %, construcción 52,1 %, industria manufacturera 20,8 % y comercio 16,9 %.

Peor de la región

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), fue la región que más horas de trabajó perdió durante lo que va de la pandemia, con un promedio regional de 33,5 % o el equivalente a 80 millones de empleos. Perú fue el país más afectado, entre abril y junio, y podría haber llegado a perder hasta 50 % de las horas de trabajo regulares.

Lo bueno

Es que está descubriendo, poco a poco, con demasiada lentitud, los pecados "menores" cometidos por la dictadura del cocalero Morales, como el caso de la compra de medios con dinero venezolano.

Lo malo

Es que los empresarios que manejaron esos recursos, sobre todo los extranjeros, fueron premiados con fabulosos contratos en los cuales los gobernantes masistas resultaron siendo socios.






Lo feo

Es que han pasado diez meses desde que fugó el cocalero y esos y otros pecados podrían quedar en el olvido solo porque no se hicieron las auditorías que hubieran destapado todo el latrocinio.

 
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