Armando Aquino Huerta
La vida política que discurre nuestro país, por las declaraciones y acciones de los candidatos a la Presidencia, senaturías, diputaciones, y la renuncia de la mandataria Jeanine Áñez a la candidatura a la Presidencia del Estado para garantizar que el MAS no retorne al poder, pidiendo la unidad de los que aman la democracia; vuelve a enfrentar a las fuerzas políticas oficialistas, opositoras, derechistas, izquierdistas, liberales y neoliberales que cotidianamente se denuncian de corruptos y otros adjetivos calificativos, violando el respeto mutuo y promoviendo la confrontación. Considerando las encuestas, tal realidad hace ver una unidad ideal y débil, conforme a las consideraciones siguientes:
1.- El candidato Camacho que paulatinamente va captando más votos refiriéndose a la renuncia dijo: “no hay gloria en alguien que renuncia cuando sabe que va a perder”; a su turno el candidato Mesa –segundo en las encuestas- cierra cualquier posibilidad de alianzas con otras fuerzas políticas sin descartar el diálogo, advirtiendo que apuestan a la unidad del voto el 18 de octubre para ganar al MAS; al respecto Felipe Quispe “El Mallku” dice: era una candidata muy raquítica, se han dado cuenta que no pueden ganar, el voto se va a dispersar y un porcentaje puede ir al MAS. Así, la unidad deseada parece ideal y débil.
2.- Unirse despojándose de intereses personales y de grupo, pensando en Bolivia unida y grande, es buena idea; pero no pasa de ello. Porque más o menos el 30% de votos indecisos, indudablemente se dispersarán entre los candidatos, incluido el MAS; lo cual impediría evitar el triunfo del probable ganador según las encuestas y el sentido común -aunque éste es el menos común de los sentidos-. Consiguientemente, la unidad deseada no deja de ser ideal y débil, porque quienes iban a votar por la mandataria tienen la libertad de votar por otro candidato, y no hay forma de obligarlos a votar por un candidato preferido, a no ser que se los hipnotice.
3.- Unirse después de haber intercambiado denuncias de corrupción, ofensas y medias verdades rayanas en la guerra sucia -sin corruptos sentenciados-, quizás sea posible entre líderes, pero no entre correligionarios, militantes, simpatizantes y admiradores que tienen su personalidad y convicción propia para actuar políticamente; en consecuencia la renuncia de los candidatos que no tienen apoyo considerable según las encuestas, al parecer no evitaría la victoria del probable ganador; porque la unidad sería débil.
4.- La deseada unidad de fuerzas políticas, partidos, alianzas, agrupaciones, y plataformas políticas, para formar un frente único y evitar el retorno del MAS al poder en las elecciones; equivale a admitir que el candidato Arce ganaría en primera vuelta por su “voto fuerte”, y en segunda vuelta –si se diera- controlaría el Legislativo sin que pueda gobernar el presidente; ese panorama político parece justificar la renuncia de la mandataria, pero no garantiza que sus votos apoyen al frente único para ganar las elecciones, ni la derrota del probable ganador. En consecuencia, la unidad deseada sería débil y no confiable, parecido al juego de la “ruleta rusa” en el que ningún político puede confiar.
5.- Dicha unidad carecería de fuerza; porque el porcentaje de votos que podrían unirse, no permite confiar en la victoria de las elecciones, puesto que no hay forma de evitar los votos blancos y nulos en la coyuntura política que vivimos, donde las ideas teóricas y doctrinarias de socialistas, capitalistas, izquierdistas, demócratas, dictadores, republicanos, liberales, neoliberales, anarquistas, populistas y otros, no suelen considerarse; además, nadie puede garantizar que todos los votos de los unidos sean contra el candidato Arce, ni viceversa, pese a que los candidatos hablan de del “voto fuerte” que tendría este candidato.
Por lo expuesto, los candidatos deben valorar el voto para ganar en las elecciones; porque la estrategia de hablar mal del opositor parece ser mala, y es bueno decirle la verdad al pueblo que no quiere que se le mienta. Nicolás Maquiavelo, político, escritor y filósofo, considerado el padre de la Ciencia Política, en su obra “El Príncipe” decía la política es, en primer lugar, el estudio de las luchas por el poder entre los hombres, y “El fin justifica los medios”.
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