La ciudadanía boliviana una vez más acudirá a las ánforas en unos días más, para elegir a un gobierno emergido de la voluntad popular, así como a los representantes del pueblo en el Órgano Legislativo. En las elecciones del pasado 20 de octubre de 2019, se frustró el evento electoral debido al monumental fraude montado por el gobierno de ese tiempo que pretendía quedarse un período más, luego de catorce años de gobierno continuo.
Los operadores del pasado régimen de gobierno y ahora con un candidato “títere”, pues sabemos quién maneja los hilos desde Buenos Aires, han movilizado a sus grupos de choque en demanda de prontas elecciones, pues con los varios candidatos supuestamente anti populistas ganarían ellos. Ahora el panorama cambió en alguna medida con la renuncia a su candidatura de la actual presidente.
El pueblo en nuestro país, debido a su nivel de cultura no vota por programas y propuestas, sino vota en contra de alguien que representa el pasado, así lo hizo en 2005 cuando votó por Evo Morales contra el pasado en el que tres partidos ejercieron el poder dos décadas. Igualmente en octubre de 20l9 votó contra Evo Morales, emitiendo su voto por el candidato Carlos Mesa Gisbert.
En las elecciones del mes próximo nuevamente el electorado deberá optar por emitir un voto anti populista y lo hará por el candidato de mayor aceptación por la corriente que repudia los catorce años de revolución democrático-cultural, socialismo del Siglo XXI, etc., o por el retorno del régimen populista, causante de la crisis que nos agobia.
Los programas de todos los candidatos, son sólo un requisito de las normas electorales, pues todos sabemos que los problemas que nos aquejan son los de salud, economía (con sus variables de desempleo, déficit fiscal, parálisis del aparato productivo, etc.), de la ausencia de un aparato de justicia imparcial y efectiva, educación y de crisis de gobernabilidad etc. Ya una antigua sentencia china dice: “nada nuevo hay bajo el sol”.
En las próximas elecciones los bolivianos debemos elegir entre: democracia que importa un “estado de derecho” entendido como la sujeción de gobernantes y gobernados a la ley, división e independencia de los órganos del Estado, derechos y libertades humanas plenas, crecimiento y desarrollo, etc., o el retorno del autoritarismo-populista que representa el MAS, con todos los excesos del ejercicio del poder que caracterizaron sus catorce años de “democradura”.
Los que creen en la democracia de derechos y libertades plenas deben optar por el candidato mejor ubicado en las encuestas de intención de voto, de tal manera de evitar la dispersión del voto que sólo favorecería al populismo, que aunque no gane las elecciones podría tener una bancada política importante en el Órgano Legislativo que no dejaría gobernar, como lo hemos visto en estos meses del gobierno de la señora Jeanine Áñez.
El autor es Abogado, Politólogo y escritor.
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