Luis Arce Catacora, candidato presidencial del MAS y ex ministro de Economía del expresidente Evo Morales, amparado en su ignorancia de economía-política declaró, en forma abstracta, que durante su paso por el poder, el MAS realizó “cambios estructurales” en la realidad del país, pero no supo concretar, ni mucho menos, cuáles fueron esos cambios y dónde y cuándo se realizaron. Sin embargo, se puede anticipar que si hubo algún cambio, fue haciendo retroceder al país hacia el pasado colonial, feudal, comunitario.
En efecto, dicho candidato se limitó a afirmaciones abstractas que, como todas las abstracciones, no son reales y, por tanto, los cambios que enunció no existen, con el agravante de que el predicador no sabe qué es estructura, hecho que reveló en más de una de sus elucubraciones, como ser el absurdo “El nuevo modelo económico social, comunitario y productivo” con que embaucó al gobierno de entonces y condujo al país a la crisis económica más espantosa de su vida, como la que vive al presente, contando, además, con muchísimos millones de dólares que, bajo su administración, fueron a parar al basurero.
Pero si de cambios estructurales se trata, lo que en realidad produjo el ministro Luis Arce Catacora fue destruir hasta los cimientos las estructuras nacionales y democráticas del país y ahora el pueblo boliviano se esfuerza por reconstruir la nación y su economía para sobrevivir.
En primer lugar, el Gobierno de Evo Morales desconoció la existencia de la Nación boliviana, la convirtió simple y llanamente en un simple Estado etéreo, lo que, en otras palabras, significó que Bolivia deje de existir como realidad material, con su territorio, su economía, su lenguaje, su población, etc. y solo quedó subsistiendo el aspecto subjetivo del Estado, que, a lo más, es un reflejo de la realidad. Eso significó que solo existía lo subjetivo y no lo objetivo. Solo existía el alma y no el cuerpo. ¡Ni eso!
Ese fue el “cambio estructural” que realizó el gobierno del MAS durante catorce años, estado de cosas que no pudo aceptar el pueblo boliviano, por lo cual lo excretó definitivamente mediante una insurrección memorable que ahora su jefe quiere convertirla en un mero “golpe de Estado” de las “pititas”.
Otro “cambio estructural” del cómplice Luis Arce Catacora es que su gobierno hizo retroceder al país de la democracia al feudalismo y al comunitarismo, como si la historia pudiese retroceder al pasado, como si el tiempo fuese reversible. Anuló, por ejemplo, las principales conquistas democráticas de la población indígena, conseguidas durante siglos de luchas, como el derecho de propiedad de la tierra para los indígenas, la reforma agraria, etc.
La destrucción de esas dos básicas estructuras del país estuvo acompañada de demagogia y terrorismo. La Justicia fue hecha añicos, las fuerzas armadas convertidas en fuerzas pretorianas para completar la destrucción de la nación y la democracia. Además, se volvió a aplicar el racismo y la discriminación, todo con una ola de corrupción, encubierta con los recursos del narcotráfico, amparado por un iracundo bonapartismo.
Esos aspectos deben servir para iniciarles a los sátrapas del MAS un juicio político de responsabilidades, acerca del cual nada dicen los partidos políticos que quieren “perfeccionar”, en caso de llegar al gobierno, como quiere el mismo tolderío de Evo Morales, cuya punta de lanza es Luis Arce Catacora.
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