Los datos empíricos de algunas empresas encuestadoras rara vez se aproximan a la verdad, generalmente tienen fallas de consideración, pues no aseguran sus cábalas finales, no ofrecen conclusiones fiables y ponen al público más en la duda que en la certidumbre. Esos resultados son más notables porque se basan en una población muy extendida y variada como es la boliviana.
Eso ha ocurrido en Bolivia en los cuatro referéndums de años pasados y por lo menos en dos elecciones generales. Sus deficiencias fueron notorias. En cambio, encuestas menos difundidas, que basan sus datos en otra clase de antecedentes y cálculos electorales más objetivos, han dado resultados más aceptables y han podido mantener su credibilidad.
Las encuestas corrientes se afirman en la recopilación de datos de tipo emocional y hasta simplemente sentimentales o de mera intuición. No se asientan en deducciones lógicas que son producto de muchas experiencias y conocimientos previos, verdaderamente confiables. Es más, sobre esas bases, falsas en gran medida, son elaborados cuadros estadísticos engañosos para impresionar a los lectores e inclinarlos por una decisión inmediata, sin dar oportunidad a la reflexión.
De ahí que se puede decir que, con excepciones, hay encuestas deficientes y subjetivas y, por tanto, crean falsos optimismos o pesimismos, que sirven a unos u otros para acentuar sus campañas. Eso es lo que ocurre en la actualidad con algunas encuestas, en vísperas de un evento electoral. Los datos objetivos dicen una cosa y los subjetivos, otra.
En efecto, en las elecciones próximas el voto será negativo para el evismo y positivo para la fuerza contraria. El masismo ha perdido fuerza totalmente, por haber sido expulsado del poder por una insurrección popular, cuyos resultados fueron categóricos. Su candidato ya no es Evo, sino una figura desprestigiada y antipática, sin el menor indicio de sentido político. Además, su programa marcha contra el reloj de la historia.
Por otro lado, el candidato vicepresidencial, Choquehuanca, es la figura del ridículo y su pensamiento es tan primitivo como el de la época anterior a la existencia de la lógica, como confirma su idea de que el tiempo es reversible, las piedras tienen crías, la historia marcha hacia atrás, practica la ideología populista y otras lindezas risibles.
Un supuesto “voto duro” del MAS es ilusorio. Mucha agua ha pasado bajo el puente desde hace un año. El repudio a la política absolutista del Evo ha calado hondo en la población, en especial entre los indígenas, a los que les fueron arrebatadas sus principales conquistas democráticas, por vía de la Constitución, la Ley INRA. ¡No hay por qué temerle! ¡Será derrotado en las urnas!
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