Elviz Núñez Fernández
A poco de las elecciones del 18 de octubre, los partidos políticos participantes han iniciado sus actividades proselitistas con caravanas de vehículos y concentraciones masivas en la apertura y el cierre de campañas políticas, sin precautelar la bioseguridad de su propia militancia y menos de la ciudadanía que muchas veces por sus actividades particulares debe toparse con las aglomeraciones y hasta con enfrentamientos, en tiempos de Covid-19.
Por las aglomeraciones, la población demanda cumplimiento de las normas de bioseguridad, desde el uso de barbijos, desinfectantes y distanciamiento social, procedimientos que hasta el momento han protegido a la población para que no aumenten los casos de infectados, en caso contrario que la Policía Boliviana haga cumplir las normas de protección.
Pero la Policía no puede ser la única instancia que esté vigilante y pendiente de las campañas políticas, más aún cuando éstas son dirigidas por quienes se postulan a ser padres de la Patria, a presidente del Estado, representación que debe hacer cumplir la Constitución Política del Estado, la misma que garantiza el resguardo de la población, el derecho a la salud y evitar riesgos innecesarios en tiempos de crisis sanitaria. Por todo ello, la Policía no puede ser la única entidad encargada de mantener el resguardo, orden y la tranquilidad de los bolivianos, si los propios candidatos de partidos políticos generan riesgos para su propia militancia.
En algunas regiones incluso hubo enfrentamientos entre militantes de ciertos partidos políticos contra vecinos o pobladores. Y pese a que demuestran su oposición al desarrollo de dichas campañas públicas, los partidos políticos permiten enfrentamientos, lo que causará que más personas sean contagiadas o surja un rebrote de la pandemia. No es razonable que dichas agrupaciones partidarias si bien no promueven actos de violencia, tampoco impiden las mismas. Ante estos casos, nuevamente los que no militan en partidos políticos y solo buscan seguir con sus actividades recurren a la Policía para que intervenga y evite enfrentamientos que puedan tener consecuencias fatales.
Pero la Policía no puede seguir siendo la institución responsable del cuidado de las agrupaciones políticas que permiten actos de violencia y enfrentamiento, ya que no orientan a sus militantes sobre que la violencia no es una propuesta favorable ante las necesidades de la población. Y es que los actos violentos, fuera de generar riesgos para la salud de la gente, no buscan construir un mejor país.
Entonces, ¿por qué la Policía debe ser niñera de las agrupaciones políticas? Se supone que quienes llegarán a administrar el país no serán policías, sino esos partidos políticos que hasta en tiempos de pandemia solo provocan riesgos para la salud pública, su militancia, la ciudadanía y los uniformados.
Si los partidos políticos no son capaces de resguardar la salud de sus acólitos, menos podrán proteger la salud de todos los bolivianos y tampoco demuestran que velarán por instituciones tan importantes que son reconocidas en democracia, como la Policía. Por lo tanto, es tiempo de que modifiquen sus conductas, sus hábitos de riesgo y sus métodos tradicionales para conseguir simpatizantes en tiempos de pandemia.
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