La crisis económica en que se debate el país precisará de mucho tiempo para ser reactivada, pero siempre que se cumplan condiciones muy severas y terminantes: honradez, honestidad, disciplina y responsabilidad en el manejo financiero como en la forma de aplicación de las medidas a adoptarse, sin estar sujetos a la creencia de que todo depende del dinero que haya y que como una “varita mágica inexistente” se producirán milagros. El gran “milagro” consistirá en que sus ejecutores actúen con severidad austera, con tino, sagacidad y buena fe sujeta a una disciplina muy responsable; es el único milagro que acepta una economía debidamente ejecutada; lo demás es simple demagogia.
Es preciso entender que el Decreto Supremo 2l.060 del 29 de agosto de l985 aún tiene vigencia y que merece ser complementado en muchos aspectos de la economía pública y privada, para que el país emprenda el camino del desarrollo, teniendo que considerar, además, los retos que deje la pandemia del Covid-19, cuyas consecuencias habrá que enfrentar durante mucho tiempo. En otras palabras, los caminos a recorrer son muchos y requerirán de condiciones que antes no se tenía que afrontar. Se podría afirmar que las medidas a ser adoptadas deben propender a cumplir lo que muchos gobiernos intentaron y no alcanzaron ni a formular planes para colocar al país en condiciones de producir más y mejor, no solamente corrigiendo los graves errores cometidos por el régimen autoritario de casi l4 años, sino superando lo que se ha hecho hasta ahora y que se cataloga en dos rubros: minería e hidrocarburos y producción industrial de muy pocos alcances. En ambos rubros se trata de superar cuantitativa y cualitativamente la producción, con miras a cubrir las necesidades externas y lograr buenos excedentes con miras a la exportación.
Para cumplir estos objetivos será preciso reactivar las empresas productivas existentes, inclusive rehabilitándolas; luego, atender con premura y responsabilidad al sector privado, especialmente en el caso de las empresas grandes y medianas; luego promover e incentivar la creación de empresas pequeñas que sean fuentes seguras y permanentes de trabajo y producción de bienes de uso y consumo. Es lógico que el factor aglutinante de todo el trabajo a realizarse sea la planificación, inclusive para evitar duplicidades perjudiciales. Innegablemente, papel preponderante tiene el manejo financiero con la mayor escrupulosidad, con las dotes de honestidad y honradez intachables; de otro modo, todo intento será vano y solo productor de corrupción, ineficiencia e ineficacia para cualquier emprendimiento.
Lo más importante es que no se crea que la reactivación económica hará el milagro esperado; un milagro que solamente se producirá con la participación honesta y responsable de todos los bolivianos, que deberán trabajar disciplinadamente para el logro de objetivos que se anhela, lo que en toda forma puede ser un gran factor de unidad de todos los habitantes del país.
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