Una de las estrategias de gobierno de Evo Morales fue la mentira, la victimización, la derecha y el “imperialismo”, entre otros. Cómo su candidato presidencial títere no ha de seguir montando la misma ola de mentiras que le sirvieron de muletilla al “jefazo”. Por supuesto, no sólo miente Luis Arce sino el corifeo masista que desde la Asamblea Legislativa le da el ritmo y el compás a su candidatura. Una de esas legisladoras se queja de la amenaza y persecución de los organismos transitorios no sólo contra sus compañeros militantes, sino “contra el pueblo”; otra mentira, habida cuenta que de cada diez bolivianos, siete repudia la pasada dictadura. La legisladora abstrae que el MAS inventó la judicialización de la política como arma persecutoria de opositores y disidentes --arma que ella manejó entre sus manos desde los estrados judiciales--, sistema que ocasionó la muerte de un ex ejecutivo del entonces Servicio Nacional de Caminos e hizo la vida imposible --en clave persecutoria-- con decenas de juicios y detenciones preventivas por años a opositores y ciudadanos desafectos al régimen.
El candidato en cuestión sindica a los transitorios de “falta de empleo” y desocupación. La política económica de catorce años alejó premeditadamente la inversión privada nacional e internacional con regulaciones asfixiantes y falta de seguridad jurídica, única fuente de creación de industrias capaces de crear empleo, mientras las empresas medianas y los pequeños emprendimientos tuvieron que cerrar. Las empresas públicas de poca monta inventadas por el MAS trabajan a pérdida y los “elefantes blancos” como el de Urea y Fertilizantes de Bulo Bulo, la azucarera de San Buenaventura, el litio y el Mutún son otros fiascos y una carga para el Estado. ¿Entonces qué empleos se deben al huido gobierno?
Como nunca Bolivia expulsa gente en edad productiva al extranjero y basta ver los contingentes de miles de repatriados con motivo de la pandemia, llegados de todos los países limítrofes para vergüenza del país y cuando con tan larga detentación del poder lo único que creció y aún crece es la informalidad, pero según su tradición el candidato de marras dice que en su gobierno la informalidad era del 4% y que al presente se incrementa tres veces más. ¿Qué dicen las estadísticas si acaso no siguen manipuladas?
Critica que la Televisión Boliviana presente todos los actos a los que la presidenta Jeanine Áñez concurre e interviene y los spots propagandísticos de su imagen como si continuara en campaña electoral. El crítico añade que la propaganda de este tipo copa el resto de los canales televisivos. En estos afanes no hay diferencia con las prácticas evistas tediosas. Sí la hay en cuanto a los espacios corrientes de la TVB, entonces cortados intempestivamente para mostrar los encuentros de fútbol de Evo Morales que, de mediocres para abajo, obligaban al cambio de canal. En cambio revelaban la sustracción del tiempo que el fugitivo restaba a sus responsabilidades de mandatario.
Mala nota propagandística en ambos casos, pues la investidura presidencial debe desenvolverse en el marco de lo prudente y circunspecto, liberada de promociones personales, menos aun a costa del Estado. La repetición de estos pruritos por la presidenta Áñez, quedarán como una costumbre pegajosa de los futuros mandatarios, mermando la seriedad de los Gobiernos. Tales malos hábitos gubernamentales y de culto a la personalidad y egolatría tan característicos de la tiranía evista, fueron acompañados por la asistencia a la entrega de cualquier obra. Estos malos usos deberían haber encontrado un acabose pero sigue la imitación aunque la presidenta dejó de ser candidata. El continuismo del poder al cual Áñez se dejó arrastrar incorporándose a la carrera electoral, invocaba la mismas funestas prerrogativas del legalismo del MAS, comportamiento antiético que aunque tarde tuvo que ser abandonado. El poder debe honrar las virtudes y no precipitarse en los defectos. Pueden señalarse todavía varios errores y medidas impropias de la transitoriedad, mas por ahora basta.
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