Un presidenciable, de color azul, ofrece el oro y el moro en la presente coyuntura, a un electorado poco entusiasmado, por la presencia, básicamente, del enemigo invisible, el virus que amenaza con devastar a la especie humana. Ese que tuvo su origen en un país asiático.
Asimismo con miedo a que vuelvan al Poder quienes hicieron un carnaval, durante los últimos catorce años, de los destinos nacionales. Que se farrearon los grandes montos de dinero que nos proporcionaron nuestros recursos naturales. Y ahora, en la resaca, pretenden poner paños húmedos, utilizando “discursos bonitos” ante la adversa realidad económica que golpea a la población y, particularmente, a los más desprotegidos.
Lo hace ahora que se hizo humo la bonanza económica que fue el resultado de los altos precios de nuestras materias primas. El país ya no percibe ahora, como en la época de oro del gas natural, los cuantiosos ingresos que fueron despilfarrados, alegre e irresponsablemente. El precio y la demanda de aquél han bajado terriblemente. Argentina y Brasil ya no son los buenos clientes.
El presidenciable referido, que asume actitudes electorales, promete, inclusive, bonos de mil bolivianos, en tiempos de crisis económica y sanitaria. Pero en tiempos de las vacas gordas, con auge económico jamás visto en la historia Patria, afirmaba, desde el Ministerio de Economía, que cien bolivianos bastaban y sobraban para llenar la canasta familiar. Esta actitud de insensibilidad social está debidamente marcada en la memoria popular. Nadie ha olvidado ese exabrupto. Ahora, con el afán de imponerse en la carrera presidencialista, habla de bonos y otras medidas, creyendo que ayudarán para lograr sus objetivos estratégicos.
El “genio” de los números piensa que utilizando la varita mágica, va a terminar con la catastrófica situación económica que su partido le dejó al país, luego de haber desaprovechado la bonanza económica del Siglo XXI. A tal punto que las arcas del Estado fueron vaciadas con fines estrictamente políticos.
“En noviembre del pasado año, el ahora candidato a la Presidencia Luis Arce Catacora dejó un hueco en el Tesoro General de la Nación de más de 18 mil millones de bolivianos, no había la plata y se la había gastado, sacando la liquidez de todas las empresas públicas”, afirmó el ministro de Economía y Finanzas Públicas, José Luis Parada, el 10 de junio del presente.
La ciudadanía no confía en la palabra del mencionado candidato. El desgaste y la pérdida de credibilidad giran en torno a él. Asimismo una denuncia por daño económico al Estado. Ésta aún no ha sido ventilada en los estrados judiciales, desde el pasado julio.
Su figura surge en un tiempo diferente a las elecciones del 2019. Entonces no había la pandemia del Covid-19. Ésta que, como consecuencia del bloqueo de caminos ejecutado por su partido, dejó un saldo de más de 40 muertos. Pero si hubo dinero, en las arcas del Estado, hasta para solventar movilizaciones. Pero si hubo el escandaloso fraude electoral, que provocó la crisis política actual. Y los principales responsables fugaron del país.
En suma: el mencionado presidenciable tiene una tendencia a olvidar todo. Y habría que refrescarle la memoria de rato en rato.
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