Recurrir al diccionario de la lengua española es adentrarse en un campo de luces donde se descubre el significado de muchas palabras, porque uno se encuentra con que lo que utilizamos normalmente es poco, mínimo de lo mucho que se podía usar y contribuir a enriquecer el vocabulario de los hablantes. Así se encuentra la palabra fraude, que es atentado contra la verdad, delito que implica engañar, mentir. Es acción tendente a eludir una disposición legal en perjuicio del Estado o de terceros. Delito que es cometido por quien tiene inclinación o es, simplemente, un miserable --según el mismo diccionario--, “desdichado, un abatido sin valor alguno, mezquino, perverso, abyecto, canalla, engañoso, falaz”. En buenos términos, comete fraude quien es capaz de todo contra quien sea. Esta es la catalogación que se hace del fraude y, si se utilizó esta forma inmoral para engañar o mentir sobre resultados electorales, se hace digno de todos esos calificativos.
En estos días, mucho se habla sobre la posibilidad de algún fraude en las próximas elecciones, un extremo que, dadas las experiencias dejadas por el gran fraude del año pasado, es difícil creer que alguien se anime a semejante delito que, de ser cometido, su autor o autores merecerán no sólo el repudio de la colectividad sino ser sometidos a drásticas sanciones. A propósito, sobre el gran fraude cometido por el candidato del MAS en las elecciones de 20l9 hay un informe pormenorizado de la OEA, que hizo una auditoría amplia y responsable, por lo que, desde todo punto de vista, los infractores merecían sanciones muy enérgicas; sin embargo, el TSE permitió que un miembro de ese partido participe como candidato en las próximas elecciones sin que nadie reclame ya por el gran engaño cometido contra el Estado.
El fraude es obra y gracia de quien posee todas las condiciones de un ser miserable con capacidad para cometer cualquier acción ilegal en contra de la nación y del pueblo y, además repetir la “hazaña” sin que autoridad alguna reclame porque parece que la impunidad tiende a ser norma de conducta de quienes no saben de moral, CPE y leyes.
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