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[Augusto Vera]

Contra viento y marea

Los problemas son como las bananas


La renuncia de Jeanine Añez a su candidatura no vaya a creerse que ha enmendado la gran metida de pata que significó su postulación; pues de no haberlo intentado nunca, sólo por su ambición de poder y un cálculo totalmente errático cuya culpa es compartida con sus aliados Doria Medina, Revilla, Oliva y un grupo minúsculo de amigos, la crisis sanitaria que todavía azota al país y de otros ámbitos, habría sido con toda seguridad, de menores consecuencias.

La corta pero intensa campaña electoral de la primera mandataria ha echado un mar de sombras a su gobierno, porque en el afán, siempre incompatible desde la mirada de la ética, de candidatear y gobernar al mismo tiempo, ha descuidado aspectos esenciales de lo que es un gobierno imparcial y serio. De ese descuido y sus extralimitaciones en el uso de bienes del Estado para sus fines político-partidistas, han emergido casos de corrupción, improvisaciones en el nombramiento de sus ministros, confusión entre su rol de primera autoridad y el de competidora en la carrera por la silla presidencial, que han ocasionado que la ciudadanía, abrumadoramente de parte suya al iniciar su mandato, haya perdido toda confianza en su gestión, y en muchos casos, renegado del sistema democrático que antes vieron personificado en ella.

La aparición de la pandemia no es responsabilidad del gobierno, pero si, la lucha contra sus efectos. Y al Covid-19 se ha sumado una profunda crisis política, traducida, entre otros males, en una llamativa inestabilidad ministerial y problemas económicos, cuyos resultados, en toda su magnitud, se han de sentir una vez instaurado el nuevo gobierno, sea quien sea. Entonces pagaremos la factura.

Pero como los males no vienen solos, sino unidos como los plátanos, ese escenario gris, ha provocado una desacertada determinación de clausurar el año escolar de variopintas consecuencias, que ha agravado la deficiencia de la educación.

No todo termina ahí, porque el Movimiento Al Socialismo ha expresado abiertamente, lo que hace varias semanas, lo manifesté en un similar espacio a éste: el desconocimiento de los resultados de los comicios a celebrarse en próximos días, si ellos no ganan la contienda. ¿Por qué el MAS, tendría que asumir una actitud de las dimensiones señaladas? La respuesta es que la violencia es el método de lucha de un instrumento que se ha manejado en el espectro político al influjo de terroristas entrenados y que han utilizado a gran parte de su base electoral con base principalmente en el Chapare, para sembrar anarquía e incertidumbre. Hace algunas semanas, han ocasionado la muerte de alrededor de 40 pacientes contagiados por el Covid-19 con el bloqueo de carreteras que ha impedido el acceso del oxígeno vital para recuperar la salud.

La derrota cantada del MAS en una segunda vuelta muy probable, ha dado lugar a que los ánimos se exalten, y tal como unánimemente presagian las encuestas, el balotaje y su resultado parecen aparejar más convulsiones.

Después, se vinieron los incendios forestales muy parecidos a los del año pasado, aunque no con la trascendencia mediática que la coyuntura política que vivimos ha opacado; pero el daño ambiental es de grandes proporciones.

Y precisamente en lo político, la testarudez de un candidato como Camacho que no tiene la más mínima posibilidad de enfrentar en las urnas a Luis Arce, ha llevado perversamente su estrategia electoral al ámbito regional, provocando un distanciamiento entre el oriente y el occidente con el pueril argumento de que Santa Cruz debe dar un Presidente al país. Las consecuencias de esa banalización de la unidad, nos traerá un gobierno débil que haga infructuosa la lucha que él mismo lideró.

Estamos en el umbral de una elección histórica cuyos resultados deben ser respetados cualquiera que él sea. La administración de su verificativo está en manos de un Tribunal Supremo Electoral confiable. Pero para Bolivia se vienen días difíciles.

Augusto Vera Riveros es jurista y escritor.

 
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