Economía de palabras
Será difícil olvidar que, en esta campaña electoral, el candidato Luis Arce Catacora anunció que, desde el gobierno, él haría recolectar el aceite comestible usado de las familias para reciclarlo y de esa manera, en cinco años, evitar que Bolivia importe diesel.
Alguna empresa estatal de creación instantánea se ocuparía de recolectar el aceite de las frituras, reciclarlo y luego convertirlo en diesel, lo que, en este momento permitiría ahorrar unos 900 millones de dólares que representan las importaciones.
El tema es de dramática actualidad, porque en este momento YPFB no puede garantizar la provisión normal de diesel, lo que ha provocado protestas de los agricultores e industriales que usan ese combustible.
El experto Francesco Zaratti entendió que la propuesta de Arce era un chiste y decidió proponer, mediante un tuit, que, además, el Estado boliviano, en el gobierno de Arce, se ocupe de recolectar el vinagre que quedara en las ensaladas de las familias para fabricar algún otro combustible.
De este calibre de absurdos se podría mencionar muchos. Pero queda la pregunta de cómo pudo, un personaje con esa pobreza de criterio, haber permanecido trece años como ministro. La respuesta quizá esté en que se trataba de un gobierno de gente con muy pocas luces, tan pocas que él era considerado un iluminado.
Ahora quedó claro que el señor Arce Catacora estuvo en el cargo de ministro de Economía durante trece años y tiene graves deficiencias en su capacidad de imaginar proyectos para la economía nacional.
Le había resultado fácil, demasiado fácil, aprobar desde el cargo de ministro que sean destinados miles de millones de dólares para proyectos mal concebidos, como la planta de Bulo Bulo, que costó 930 millones y no puede funcionar porque es antieconómica, o la separadora de Yacuiba, que costó 700 millones y está sin uso porque no hay gas, y muchas otras joyas más.
Quizá por inercia, Arce ahora viene a proponer al país la absurda idea de resolver la escasez de diesel y, de paso, avanzar en la industrialización, reciclando el aceite comestible de los hogares de los bolivianos.
Si vas a poner una planta de urea, que debía exportar toda su producción, en el centro del país, junto a los cocales de Chapare, lejos de las fronteras, qué más da proponer el absurdo de reciclar el aceite comestible usado.
Total, lo que hizo este exministro fue aprobar proyectos tan absurdos o más, pensados sólo con la idea de las comisiones que pagarían los proveedores, y ahora quizá su idea sea la misma, porque en algunos calderos se deberá reciclar los aceites.
Ese era el nivel de los ministros del gobierno de Morales. Para llorar.
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