Elecciones ante portas – iniciar un verdadero cambio, terminando con el gran fraude

Parte I

Si en Bolivia prima la lógica y la razón en las decisiones políticas, el ganador de las próximas elecciones el 18 de octubre no podrá ser nunca el MAS, así utilice otra careta, haya comido tiza o sus militantes amenacen con tomar las calles. Bolivia le dijo no a Evo Morales y al MAS, a su gran fraude político y económico, al populismo autoritario, al fracaso de la oligarquía del MAS y su política clientelista, engañosa y de división social, en fin, a 14 años de muchos engaños, espejismos y falencias. Por lo tanto, en el voto mayoritario de la población se tendría que materializar intrínseca y directamente ese hastío expresado en el referendo de febrero de 2016 así como en el sentimiento liberador de la resistencia en los 21 días de la “revolución de las pititas”.

La esencia política de vicio y fraude del MAS sigue intacta y activa. Ya se puso en evidencia que el MAS nunca tuvo ni el interés ni la integridad de intentar ser una instancia política de ejemplo moral e integridad para un cambio verdadero, tan urgente en Bolivia. El remedio para “curar” a la práctica política viciada de los gobiernos de facto y neoliberales, terminó siendo peor que la misma enfermedad. Por lo tanto, para una mayoría de la población el 2019 se materializó la liberación de una humillación y alienación. La política institucionalizada por el MAS, se había convertido en un algo putrefacto con vida propia y que sólo funcionaba bajo una lógica interna de mantenimiento de su autosubsistencia, basándose en prepotencia y una “política de panza y bragueta” a expensas de la misma democracia. Si la política en Bolivia fue en el correr de su historia en distintos grados incapaz, ineficiente, criminal, corrupta, indecente y discriminadora, el MAS puso mucho esfuerzo y energía en su perfeccionamiento. ¡Vaya logro!

Bolivia está ahora sumida en una profunda crisis que, aunque camuflada, ya comenzó a percibirse a partir del 2014 con déficits fiscales crecientes. La pandemia del Covid 19 es su catalizador. La pandemia del Covid 19 destapó todas las falencias, los espejismos y los engaños sin compasión. Demostró que el desarrollo económico y social integral y sostenible fue un fracaso. ¿Sostenibilidad en el sector salud? ¡Negativo! En 14 años de gobierno, el sector salud quedó enterrado debajo de las canchas sintéticas de fútbol.

¿Sostenibilidad en el sector productivo? ¡Negativo! Los sectores productivos no cambiaron su alta informalidad. Los bajos niveles de productividad, la baja calidad del empleo y la cobertura de seguridad social cero continúan como siempre. En consecuencia, el manto de la pobreza cayó sobre cientos de miles de hogares en un espacio de tiempo de dos meses. La herencia económica del MAS para los sectores informales es el hambre, la ilusión de la “economía blindada” reventó como una burbuja. Lo único genuinamente sostenible de los 14 años de gobierno del MAS, es la producción de la coca en el Chapare y el contrabando. Los productores de coca y cocaína son los verdaderos ganadores del masismo. Su economía de la cocaína es además destructora de toda dinámica de cambio de la matriz productiva y de la ética y moral de los gobernantes.

Ahora, los candidatos del MAS y el MAS, empapados de cinismo y “blindados” con su concepto de pueblo, actúan, como si nada hubiese pasado, como si no hubiesen hecho daño a una mosca. Este concepto y construcción de pueblo y la práctica populista del MAS, es un algo arbitrario y ficticio. Como es que los candidatos del MAS controlen al MAS en su dinámica política. Ellos son sólo sus gerentes de segundo nivel. El control económico y político de esta Sociedad Anónima de la oligarquía mercantilista cocalera lo hegemoniza el “enclave Chapare”. Los candidatos del MAS son en verdad, representantes de un instrumento “empresarial de la cocaína” que genera miles de millones para algunos miles, vendiendo a cambio la ilusión de una política de liberación, y defendiendo esencialmente su legitimación política para la continuidad de la maña y lo ilícito. Son parte de un club oligárquico de millonarios, camuflados de pueblo, insensibles a la realidad que su instrumento político dejó como herencia en la economía y sociedad, de cientos de miles de pobres que ahora tienen la perspectiva de morirse de hambre o morir por el virus.

Esta realidad política, económica y social de Bolivia, que el MAS calla, deja entrever la continuidad de una práctica política viciada, que necesita como una droga, la división de la sociedad y la construcción permanente de enemigos internos y externos como parte esencial de su identidad, comenzando por “la derecha” y el imperio. Esta miseria de su política no cambiará ni mejorará. Por el contrario, sería más represiva y vengativa. Un cambio verdadero del MAS significaría una reinvención completa.

Si los votantes, especialmente el 28% de los indecisos, aún creen en una metamorfosis de ese tipo, además de auto engañarse, estarían construyendo también su propia trampa aceptando implícitamente, la muy probable coerción de libertades fundamentales en un futuro no lejano. En este contexto, es absolutamente imprescindible que, en el voto mayoritario, sea el espíritu de liberación y de cambio de moral, ética e integridad, surgido en el referendo del 2016 y en la “revolución de las pititas”, la fuerza, para anteponerse al espíritu de la droga del poder y del poder de la droga del MAS, que ronda desesperado en el espacio del poder político en Bolivia.

La lógica de poder populista del MAS está dominada por el impulso y la intención de soluciones fáciles a problemas altamente complejos en el tejido político y social. Para superar la triple crisis que vive Bolivia, la política, la sanitaria y la económica, ofrece una suerte de espejismos. Así se le quisiera dar algún crédito a las propuestas de solución y tildarlas como bien intencionadas y hasta tal vez creativas, no hay la menor duda que estas se mueven en un marco de auténtica demagogia, simplismo y cinismo y libre de toda autocrítica. Es así que el mundo es plano, si sus bases así lo definen. Todo fracaso se explica con conspiraciones y con el imperialista que acecha detrás de los faroles de luz en las calles.