Muchas veces se ha recordado algo que debe ser norma general: la ley es igual para todos y tiene que ser cumplida por gobernantes y gobernados como el mejor medio para conseguir un equilibrado desenvolvimiento de toda sociedad organizada. Así, la Constitución Política del Estado y las leyes tienen la finalidad de preservar el funcionamiento del sistema jurídico sin excepciones ni su parcial aplicación por razones de privilegios ni de rangos en la escala oficial y burocrática.
Es de mucha actualidad sostener que la ley compromete a los altos funcionarios del Estado, a las plantas burocráticas y a funcionarios de entidades autónomas y autárquicas. Varias veces se ha sostenido que “debe haber excepciones” con ministros y otros de jerarquía para “dispensarse” de lo que mandan la Constitución y las leyes, por creer que por ser dignatarios de alta jerarquía pueden interpretar las leyes conforme a su conveniencia. Esto es ilegal porque ni la Carta Magna ni ley alguna hace excepciones y quienes ocupan altos cargos –empezando del Presidente de la República y dignatarios de los otros Poderes del Estado– deben ser los primeros en acatar las disposiciones legales, dando el ejemplo no solamente al personal oficial sino al país en general. Funcionarios que aleguen tener inmunidad para no acatar las leyes, simplemente mienten y deben ser juzgados enérgicamente.
Ocurre también que cantidad de disposiciones normativas de la convivencia son archivadas, debido a que quienes están obligados a cumplirlas y hacerlas acatar, prefieren despreocuparse y posponerlas para siempre. Con esta omisión culpable, se desconoce e ignora la finalidad de no permitir la presencia de personas que se sienten al margen de cumplir lo que más deben acatar. No se debe olvidar, por parte de quienes cumplen funciones públicas, que están obligados a dar ejemplo como muestra de que sirven a un gobierno que se considera honesto y responsable, que está obligado a seleccionar debida y oportunamente a quienes ocupen funciones en sus diversas dependencias, porque de ellos depende el prestigio y la honra no solamente de las autoridades sino del propio país.
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