Buscando la verdad
Molestia y desconcierto causó en Santa Cruz el candidato presidencial del Movimiento Al Socialismo (MAS), Luis Arce Catacora, al decir que no conocía el modelo económico cruceño, pese a que por casi 14 años fue Ministro de Economía y Finanzas Públicas del gobierno anterior, habiendo defendido a capa y espada su Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo (Mesocopro) con un Estado benefactor, interventor, regulador, inversionista, planificador, empresario, banquero, nacionalizador, industrializador, empleador, redistribuidor; promotor de la demanda interna; inductor de inclusión social; gestor de ahorro interno para bajar el endeudamiento y generar superávit fiscal.
El Mesocopro funcionó gracias al auge mundial, la economía informal y las remesas externas que prodigaron una cantidad de recursos como nunca antes. El PIB nominal, de menos de 10.000 millones de dólares en 2005 superó los 40.000 millones (2018 y 2019) aunque deflactando su valor, apenas se duplicó comparado al del 2005. Durante el Mesocopro la industria bajó su aporte al PIB y éste nunca creció al 7% como lo hizo por 5 veces entre los años 50 y 70.
Bolivia se “reprimarizó”: la exportación de recursos extractivos y no renovables que no llegaba al 70%, subió al 80%; la pérdida de mercados provocó una desindustrialización en el sector textil, maderero, de calzados y lácteos. Así, Bolivia es hoy más vulnerable al depender de las materias primas e importar lo que antes exportaba. El manejo del tipo de cambio como instrumento antiinflacionario -fijo desde 2011- hace que sea más fácil importar que producir, provocando un déficit comercial de 5.000 millones de dólares desde el 2015.
El objetivo de bajar la deuda externa no se dio: de 2.208 millones de dólares en 2007 (luego de su condonación) superó los 11.000 millones en 2019. La deuda interna pasó de 2.950 millones de dólares (2005) a más de 6.300 millones (2019).
El orgullo del superávit fiscal, que sumó 2.511 millones de dólares (2006-2013), palideció luego frente al déficit fiscal por más de 15.000 millones (2014-2019): el Mesocopro fue insuficiente para generar ahorro interno.
Bolivia gastó más de 11.000 millones de dólares en 14 años importando gasolina y diesel, siendo que se podía producir biocombustibles con agrobiotecnología.
El 2018 ganamos el título mundial de la informalidad y la precariedad laboral, con más del 60% (FMI), por causa de los altos costos tributarios y sociales.
Las Reservas Internacionales Netas, de 15.000 millones de dólares en 2014, cayeron a menos de 6.500 millones (incluyendo 2.000 millones de bonos soberanos colocados en Wall Street a un interés de 100 millones de dólares/año).
La Inversión Extranjera Directa neta se fue a pique: en 2019 hubo una desinversión por -237 millones de dólares… ¿por qué no vendrán capitales a Bolivia, no?
Eso, respecto al Mesocopro. Veamos ahora el modelo productivo cruceño...
El modelo productivo de Santa Cruz se basa en 5 factores: tierra, trabajo, capital, tecnología e institucionalidad. Sus valores son: libre iniciativa, individualismo, cooperativismo, mercado, integración y exportación. Santa Cruz no aspira a vivir del Estado, pide que si éste no va a ayudar, no perjudique...
Desde 2015 es el Departamento más poblado, superando los 3 millones de personas. La migración interna y la llegada de empresas a este polo de atracción, no paran.
El PIB cruceño supera los 12.000 millones de dólares; aporta con el 30% al PIB nacional y “jala” su expansión, al crecer más que éste. Gracias al modelo cruceño, basado en la agropecuaria, agroindustria y agroexportación, Bolivia es autosuficiente en alimentos: 74% del total se genera acá.
Santa Cruz significa el 25% de las exportaciones globales; más del 60% de las no tradicionales y 75% de la agroexportación. La exportación de soya transgénica aportó 10.000 millones de dólares, por 25 millones de toneladas desde 2006.
La pobreza que en Bolivia es del 37% y la extrema del 13%, en Santa Cruz es de 25% y 6%, respectivamente. La electrificación del 46% en 2006, ha pasado al 98%; el acceso al agua potable es del 96%; sus carreteras suman 6.300 km, gracias al modelo redistributivo de las regalías por parte del Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz: 50% para obras en provincias productoras de hidrocarburos, 40% para las no productoras y 10% para pueblos indígenas.
Su Índice de Gini del 0,386 da cuenta de la mejor distribución del ingreso en Bolivia.
Esito es parte del “modelo cruceño”, aunque sus bondades son muchas más…
El autor es Economista y Magíster en Comercio Internacional.
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