Economía de palabras
En los últimos doce meses se ha demostrado que el exministro de economía Luis Arce Catacora puede ganar elecciones en Bolivia con mayor facilidad que su caudillo, el cocalero Morales.
Hace un año, el cocalero había echado mano a un complejo sistema de fraudes cruzados pero no pudo ganar a Carlos Mesa, y estaba condenado a ir a una segunda vuelta, lo que le acobardó y terminó huyendo del país.
Esta vez, Arce Catacora se impuso con facilidad a Mesa y, a juzgar por los primeros informes, los preliminares, no necesitó hacer fraude para conseguir una ventaja de veinte puntos porcentuales y proclamarse ganador en primera vuelta.
Lo que lleva a sospechar que quizá el cocalero no tenga que presentarse más a elecciones porque el electorado ha decidido darle menos votos que a su exministro, quien sabe por qué razones. Lo raro es que esto ocurrió antes de que se supiera de los pecados de pedofilia del cocalero, pecados que provocaron el repudio del electorado.
Por el momento se observa que el presunto presidente electo va a tener que vérselas con un desafío muy difícil. Había dejado una bomba de tiempo, seguramente creyendo que sería para algún enemigo del MAS, que tuviera que manejar la economía del país, pero ocurre que esa bomba le podría estallar en la cara a él mismo.
El diablo no sabe para quién trabaja, se podría decir, porque ocurre que Arce Catacora tuvo un desempeño muy lamentable como ministro, a tal punto que convirtió una bonanza en una crisis, lo que exige mucha destreza. Y ahora se verá en la necesidad de hacer lo contrario: convertir una crisis en una bonanza y, a juzgar por sus calificaciones, no podrá lograrlo.
Lo que le llevará a mostrar que él, manejando la economía, no es muy bueno como había tratado de mostrar cuando estaba de ministro y se vanagloriaba de haber provocado, con sus propias manos, el boom de los precios de las materias primas que se dio en todo el mundo.
De todo esto, por supuesto, el cocalero no tiene la menor idea. Cuando huyó del país estaba todavía convencido de que el que fue su ministro era un genio de la economía, pero él no se atrevía a comprobarlo debido a las dificultades que tiene para entender de números. Y de otras cosas.
Lo cierto es que ahora el país está a punto de caer en las manos de un funcionario que no tiene las calificaciones para sacarlo de la crisis, la crisis que el mismo funcionario provocó con su impericia mientras estuvo, durante trece largos años, como ministro de economía.
Habrá que rezar y encomendarse todos los santos para que el país pueda sobrevivir.
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