Podrá caer bien o mal, su discurso alentará al activismo o aburrirá al aficionado medio, pero Lewis Hamilton está esculpiendo su estatua en el Olimpo automovilístico cuando se pone a pilotar porque es el mejor de esta parrilla y lo demuestra constantemente. Aunque su Mercedes ayude, la última décima la pone él y es una décima inexpugnable, una verdadera fortaleza que Valtteri Bottas no puede sitiar y a la que Max Verstappen todavía no aspira. Fue eléctrico el final de la clasificación en Portimao, un sábado emocionantísimo de alternativas y diferencias mínimas y todo se resolvió bajo la bandera a cuadros con un intento genial del seis veces campeón del mundo. Saldrá desde la pole Hamilton, son ya 98, por delante de Bottas (0.1) y Verstappen (0.2) y en busca de su 92ª victoria, la que le desempate con Michael Schumacher. Ya ha ganado siete carreras en 2020 y este domingo su equipo puede proclamarse campeón de constructores por séptima vez consecutiva. Es irónico, cada logro de Mercedes resta valor a las gestas del británico. Es el precio de ser el mejor al volante de la mejor máquina, con mucha diferencia. (MARCA)