Liliana Paniagua
Nadie se lo esperaba. De pronto, en las pantallas de los televisores aparecieron rostros desconcertados. Las empresas especializadas en encuestas y cómputos se resistían a publicar los resultados, tampoco los centros informáticos partidarios se animaban a emitir algún criterio por el temor a equivocarse.
Como en todo, el tiempo va decantando las cosas y la tormenta llegó para algunos y salió el sol para otros. El Movimiento al Socialismo había ganado las elecciones en primera vuelta y con mayoría absoluta.
Cómo entender que quienes un año atrás habían salido del gobierno en medio de enfrentamientos, convulsión social e incertidumbre, volvían con mayor fuerza. Las explicaciones son diversas, cada actor político y social hizo su parte.
Un análisis del proceso, seguro, será el trabajo que sociólogos, politólogos e historiadores realizarán en un futuro, asumiendo que la historia de Bolivia está llena de contracciones dolorosas antes del nacimiento de procesos que amalgaman la multiculturalidad. Pretendo provocar una reflexión inicial que aporte a entender lo sucedido para luego imaginar el camino que la sociedad boliviana y la clase política podrían transitar en medio de una de las grandes crisis económicas y de salud nacional y mundial.
HARTOS YA DE ESTAR HARTOS
Por gracia o por aprendizaje la sociedad boliviana ha llegado a una madurez en la cual los excesos con mayor frecuencia son menos tolerables. Previo a las elecciones de 2019, se suscitaron una serie de hechos que fueron colmando la paciencia de las y los bolivianos, desde ridículas trivialidades de abuso de poder reflejadas caricaturezcamente hasta intentos de violación de la propia Constitución Política del Estado con la prórroga de mandato y el posterior desconocimiento del Referendo de febrero de 2016.
A estos hechos se suman una inconmensurable cantidad de denuncias de propios y extraños de acciones cargadas de soberbia, autoritarismos, prebendalismo, cuoteo de puestos públicos, violaciones y pisoteos a los derechos de las mujeres, etc., etc., etc., concibiendo, de esta manera, una bomba de tiempo que estalló durante 21 días en octubre de 2019 y terminó con la desesperada salida de Morales.
Este hecho empañó los logros conseguidos durante los 14 años de gestión del MAS como la inclusión social; la nacionalización de los hidrocarburos, la visibilización de Bolivia en la geopolítica internacional; políticas públicas en favor de los más pobres; manejo del crecimiento de la economía no sólo en los tiempos de bonanza, así como el impulso de la dignificación de las comunidades indígenas y los movimientos sociales, que no es poco en una Latinoamérica con una profunda grieta.
El MAS supo canalizar lo que en otrora, pero de manera parcial, el Movimiento Nacionalista Revolucionario – MNR (en todas sus vertientes), el Movimiento de Izquierda Revolucionario – MIR, Conciencia de Patria – Condepa entre otros, una emergencia política, social y un ejercicio de poder que los catapultó a conducir el país, con la variante de que Evo emerge del entretejido sindical y social ejerciendo el poder con mayor autoridad.
Sin embargo, esta fuerza supera el caudillismo endémico que sufre el país y se gesta con la fuerza misma del mayoritario sector desplazado, excluido, con raíz indígena y rostro de pueblo. Basta revisar los resultados del pasado 18 de octubre.
En este contexto, cómo se nos ocurre retroceder, no es una opción, no se va a poder construir una Bolivia con un proyecto que no contemple a todas y todos, que no encuentre la forma de tender puentes a partir de las diferencias para consolidar visiones comunes y salir del péndulo. Ganó el MAS y no Evo.
GOBIERNO DE TRANSICIÓN
Vamos de a poco, en pleno festejo por la renuncia a la presidencia y posterior salida de Evo Morales, Jeanine Añez es posesionada por militares como primera mandataria inaugurando un supuesto gobierno transitorio, con el único mandato de convocar y garantizar un nuevo y transparente proceso electoral; sin embargo, las seducciones y placeres del poder nublan su accionar y la llevan a cometer un sinnúmero de errores, por decirlo de alguna manera y hasta que se pruebe lo contrario.
De pronto, nombra a su yerno “asesor científico” con un cargo inexistente en el servicio exterior boliviano tan rimbombante que escapa a mi memoria; viajes de placer para festejar cumpleaños, aerotaxis estatales para traslados VIP, designación trimestral de gerentes y/o presidentes de empresas estatales, etc. todo, coronado con un manejo discrecional e irresponsable de la pandemia que le posibilitó prorrogarse en su mandato –al mejor estilo de su antecesor- olvidando el único fin para el que había sido posesionada.
Con este accionar, precipita la caída de la única posibilidad de generar un frente único aunque sea usando la vieja práctica de coalición contra “alguien”, sin importar qué pedigree político tenga o qué proyecto de país están planteando.
Abandona la línea equilibrada de los demócratas, quienes la hicieron senadora, y opta por la línea inmediatista generando la desintegración de ese partido que hoy repiensa su futuro en los cuarteles de invierno.
Ante el asombro de propios (Camacho, Mesa, Tuto, entre otros) y extraños (Almagro de la OEA y las clase media insurrecta) la banda presidencial pareciera que ascendió del pecho a sus ojos y le privó del sentido de la visión y distorsionó su realidad, se creyó elegida por voluntad popular designó ministros, muchos de los cuales optaron por abandonarla, cambió la política exterior boliviana, pretendió suscribir contratos estratégicos, etc., actos que espantaron a los bolivianos y empujó a que la inoportuna soledad sea su única acompañante en la gran Casa del Pueblo.
TIRO EN EL PIE
De la misma manera que Evo Morales se creía la única persona que merecía ser presidente y postularse una y otra y otra vez a las elecciones presidenciales, otras personas demostraron que el sentimiento aquel de sentirse el “elegido”, no había sido tampoco privativo de Evo, pues el flamante actor político surgido del civismo cruceño paradójicamente de apellido más paceño que el Illimani y descendiente directo de Eliodoro Camacho.
Biblia en mano, rodilla q’ala y con discurso racista, homofóbico y que no reconocen la democracia con el otro, sino su propia democracia convence a sectores conservadores cruceños que no necesariamente piensan como él, pero que se sienten representados y alguno que otro beniano que mira con admiración al “camba cruceño” y, con la soberbia de creerse elegido de Dios, le dice a las mujeres bolivianas que primero ordenen y cocinen en su casa y luego, si le sobra el tiempo, estudien y trabajen, con la misma temeridad lleva su candidatura, sin importarle los resultados dividiendo así el descontento social que había expulsado a Evo del palacio de gobierno.
Queda para los psicoanalistas explicar el fenómeno que el mismo grupo de personas que arengaban, endiosaban y elevaban en hombros por las redes sociales a Camacho, hoy crucifican, agravian y desconocen a su héroe de turno, a tal nivel que hace poco casi linchan a su fiel escudero en la plaza central de Potosí.
Quedando tan solo en la memoria la nostalgia de aquellas grandes movilizaciones que duraron 21 días y el eco de la masa gritando, carta, carta, carta…
Otro de los principales pilares fundamentales de la campaña del MAS primero y de su victoria posterior fue, sin duda alguna, el “súper ministro” Arturo Murillo, que emuló y llegó a superar la tan criticada y repudiada prepotencia de algunos masistas, haciendo que los indecisos opten por lo malo conocido que lo bueno por conocer.
A este personaje lo recordaremos como un declarador de incongruencias, insultos y acciones como la supuesta compra de armas para defender la democracia, además de dejar señales que es el “poder” detrás del trono y, como mujer, Añez necesita que alguien se lo piense.
Otros aspecto que aportó decididamente a la victoria del MAS fue el accionar que abrió la puerta a la rancia política boliviana y activó el gen de algunos políticos departamentales que miraban el mapa nacional para acomodarse en el espacio que mejor les resulte, pedir cargos, viviendo un estrés provocado por la compulsiva lectura de encuestas pactando primero con Mesa, después casándose con Añez y finalmente romperse la cabeza pensando cómo retornar al idilio para representar a Comunidad Ciudadana. Hoy mudos.
Por último, la constante, sistemática y crónica postergación de las elecciones (único mandato para el que había sido nombrada). Se utilizó como pretexto la pandemia; se generó, en el imaginario colectivo boliviano, una psicosis de terror apoyada ciegamente por algunos medios de comunicación que llamaban a la reflexión –por decirlo suavemente- a los masistas que pedían elecciones ya y que en caso de haberse realizado en los tiempos previstos inicialmente, es muy probable que el resultado no hubiera sido fruto de este artículo, pues los fantasmas de Evo y compañía aún arrastraban sus cadenas por las ciudades bolivianas.
ESTA HISTORIA NO HA TERMINADO
Sinuoso es el camino que le espera recorrer a la gestión del flamante presidente electo. Arce ha logrado capitalizar las aspiraciones de los sectores que históricamente apoyaron al MAS y también las expectativas de la clase media que espera un cambio de timón serio en el comportamiento y forma de gestión del Movimiento Al Socialismo, es por ello que se hace imprescindible que Luis Arce promueva un gran encuentro entre bolivianos con la participación de los actores involucrados que defina un accionar conjunto de toda la sociedad en temas de salud, educación, fin del autoritarismo y el enfrentamiento, reactivación económica, respeto real al medio ambiente e independencia de poderes.
La pandemia ha develado las mayores deficiencias del sistema, la falta no solo de equipamiento, sino fundamentalmente la carencia de personal de salud, se deberá concertar una política de salud que alcance los estándares internacionales de manejo de personal, que garantice procesos de formación de profesionales especializados en todas las ramas, que permita contar con los insumos suficientes para que los bolivianos tengan un acceso universal a la salud.
En educación, concertar con los actores procesos educativos que respondan a la nueva realidad social y exigencias pedagógicas y tecnológicas existentes en el país y en el mundo.
Garantizar la erradicación de todo tipo de autoritarismo, burocracia y abuso de poder, gestionando espacios de concertación y participación activa, para potenciar el bien público de calidad.
Poner en vigencia un modelo económico estratégicamente pensado en el contexto de la post pandemia que tienda a superar el extractivismo e ingresar en procesos de transformación y comercialización, basado en la producción climáticamente inteligente.
El respeto y cuidado del medio ambiente es algo ineludible sobre lo que debe trabajar comprometidamente, se deberá garantizar los “derechos de la Madre Tierra” de manera objetiva que supere aquella acción meramente discursiva que reivindicaba a la Pachamama pero que paradójicamente promovía la actividad económica petrolera utilizando la fracturación hidráulica o fracking.
En lo ambiental una tarea inmediata es impulsar normas para compatibilizar el crecimiento económico con la protección ambiental, respetando las áreas protegidas y entendiendo que la producción debe ser un aliado de la conservación de la naturaleza.
Sin duda, para Luis Arce su gestión no será fácil; sin embargo, tiene la oportunidad histórica de pacificar Bolivia y esbozar un futuro que permita ver con esperanza, pues si le va bien a él, le irá bien a Bolivia toda.
*La autora es comunicadora social
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