I
La población boliviana acepta los resultados de estas últimas elecciones porque respetamos la democracia. Pero y ¿cómo vamos con la democracia? Durante el proceso electoral, no podemos cerrar los ojos ante los hechos de que hayan suspendido a último momento el Direpre, de que hayan interrumpido la transmisión del cómputo oficial (que según el Ing. Villegas la justificación es extremadamente débil y podía haber sido evitado) y sobre todo que hayan decidido no publicar las fotos de las actas correspondientes al conteo rápido. Comparar el conteo rápido con el cómputo oficial junto con las fotos de las actas respectivas a ambos conteos fue la manera mediante la cual descubrimos el fraude del año pasado, por las alteraciones o discordancias que presentaban. Ahora publican las actas escaneadas en el cómputo oficial, pero no podemos compararlas con las del conteo rápido. Este año nos arrebataron las únicas herramientas que podemos tener como ciudadanos (a quienes supuestamente corresponde dar la última palabra en una democracia) para verificar con pruebas si hubo o no fraude. Una falta de transparencia total y un acto propiamente antidemocrático.
Sin embargo, lo más preocupante de todo es la crisis de representatividad que atravesamos. El 80% de la población boliviana vive al día del comercio informal. La mayoría de la población boliviana es o tiene orígenes indígenas: una identidad que ha sido excluida y discriminada desde hace más de 500 años; heredamos de la colonia española una historia trágica que dejó un territorio saqueado y una manera de gobernar basado en la sumisión. Es deplorable que el único partido que se posicione para representar exclusivamente a gran parte (55%) de esta población gobierne bajo este mismo principio y sea el MAS: el partido político que anteriormente cometió un fraude electoral para entornillarse en el poder; el partido político que no respeta referéndums; el partido político que acabó con la independencia de poderes, sometiendo a su capricho al poder judicial; el partido político que acabó con la independencia sindical y con la de los movimientos sociales; el partido político que instrumentalizó la causa indígena y que por Bs 100 les mandan a marchar y a exponer sus vidas para defender intereses mezquinos; el partido político a cuyo máximo líder Evo Morales se le permite que vaya al campo a abusar a niñas de 13 años y tenga hijos con ellas, porque es su derecho humano; el partido político que despilfarró, como bajo ningún otro gobierno, los recursos económicos del país; el partido político que ha incendiado y sigue incendiando nuestros bosques para otorgar tierras a cambio de votos; el partido político que apoya más al terrateniente que al campesino; el partido político que hizo ingresar el terrorismo en el Chapare para proteger sus narco-dólares con los que compran la dignidad de un pueblo. Así está representada nuestra respetable democracia.
No obstante, el hecho de que sea el único partido que ostente el posicionamiento estratégico de representación de las clases populares, le asegura al MAS un apoyo sólido.
Es seguramente la razón por la cual el TSE no se animó a anular la personería jurídica de este partido, como lo manda la Constitución en la ley 1096 en el art.58 inciso j en caso de fraude o autogolpe, violando de esta manera la CPE. Lo cierto es que existe un vacío patente de representatividad ética para esta parte de la población que es, paradójicamente, la más urgida de reivindicarla.
II
La lucha indígena es una lucha vital que empezó en 1781, antes de que cualquier partido se atreviera a instrumentalizarla. Se debería respetar la independencia de esa lucha, no sometiéndola u obligándola a votar por algún partido sino proveyéndole medios dignos para vivir, una verdadera educación y capacitación, no para servir a ningún partido sino para defender su propia causa de la manera que mejor vean conveniente, que si fuera a través de un nuevo partido político sería ideal. Esta es una lucha vital y en pleno acorde a la ética social y política de una democracia. Es por esta razón, que es imprescindible disociar al MAS de la población que representa.
Este vacío de representatividad es tal, que tuvimos que acudir al historiador del país, que tiene la amplitud de mente suficiente como para entender nuestra complejidad como sociedad -de manera equilibrada y no angurrienta de poder- para salvarnos. No ocurrió esta vez, pero esperemos que entretanto, surja una nueva clase política hastiada de la corrupción y del autoritarismo del MAS, que represente de manera digna a las comunidades indígenas originarias campesinas, a la parte de la población que eligió al MAS como representantes (55%) y acepte representar, a la vez, a la otra parte de la población que simplemente exige que se respete la democracia, las libertades y derechos fundamentales de cada individuo, así como una mayor ética al momento de gobernar.
Este 45% de la población, compuesto por estudiantes, cívicos e indígenas, protagonizó la victoria de la Revolución de 2019 mediante la cual recuperamos la democracia del autoritarismo de Evo Morales y Álvaro García Linera. Por esto se quedará por siempre grabada como un hito en la Historia Nacional de Bolivia. Como lo sabemos, el abuso fue que este binomio se estuviera presentando a las elecciones por cuarta vez consecutiva de manera inconstitucional, tras no haber respetado el referéndum de 2016. Acudieron a un fraude electoral para quedarse a como de lugar en el gobierno, pero no lo consiguieron porque “la Revolución de las Pititas” los expulsó del poder. Lo que observamos es que ni este binomio ni sus ministros de presidencia y gobierno, son los que hoy están tomando la responsabilidad del Estado. Ese era nuestro objetivo y lo logramos con mucho esfuerzo, dolor y muertes. Logramos recuperar la democracia y esos 21 días se quedarán por siempre grabados en la Historia de Bolivia junto con cada uno y una de sus valientes protagonistas.
Aunque el partido del MAS represente la decadencia política en muchos aspectos, ahora queda esperar que, como se comprometieron, no cometan los mismos errores del pasado. Nos queda esperar que este partido se renueve auténticamente o bien que, con urgencia, surja un nuevo partido político que merezca tomar el lugar de ese vacío de representatividad ética que tanto daño hace al país. En todo caso, la Revolución de octubre 2019 debe seguir viva para defender la democracia, la libertad y los derechos humanos en cuanto fuera necesario.
Asimismo, debe permanecer atenta para condenar cualquier abuso o deriva autoritaria. En este nuevo pacto social, es indispensable encargarse de hacer vivir la democracia en un espacio con tendencia al autoritarismo, de promover una reconciliación entre los diferentes sectores y de animarnos a generar nuevos liderazgos. Seguiremos firmes aportando a nuestra amada Bolivia, para que algún día estemos, mayoritariamente, al nivel de elegir mejores gobiernos, y así, podamos seguir avanzando en nuestro aun largo camino hacia una democracia digna.
* La autora es Magister en
Derechos Humanos
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
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