Homilía de monseñor Sergio Gualberti
> En esta fecha, la sociedad boliviana recuerda a sus difuntos con el armado de mesas, que contienen todo lo que le agradaba al fallecido, la tradición indica que las almas visitan el hogar por 24 horas y luego retornan
La Iglesia Católica resaltó este domingo la celebridad de la fiesta de Todos Santos como un vínculo tan fuerte entre vivos y difuntos que ni la muerte puede romper, profesado en la Oración del Credo cuando los católicos dicen creo en “la comunión de los santos” todos unidos en Cristo y en la esperanza de la vida eterna en Dios.
Durante la homilía dominical, el arzobispo de Santa Cruz, monseñor Sergio Gualberti, dijo que este uno de noviembre, celebramos la solemnidad de todos los santos y hoy la conmemoración de todos los difuntos y que en Bolivia acomunamos las dos fiestas bajo la única denominación de Todos Santos, expresión del sentir de fe del pueblo de Dios.
Señala que muchas personas creen que alcanzar ser un santo es meta lejana y difícil, y que no está a nuestro alcance. Esto se debe a que, en nuestro imaginario, el santo es aquel que tiene poderes sobrenaturales y que hace prodigios y milagros, pero “los santos son personas de carne y hueso como todos, hermanos y hermanas que viven como verdaderos cristianos en la historia cotidiana, que cumplen la voluntad del Señor, que entregan su existencia por el reino de los cielos, que aman a Dios y al prójimo y que viven con sencillez y humildad conforme a su propia vocación y condición de vida”, explicó.
Sostiene que la santidad es un don de la gracia de Dios en la vita de la Iglesia, por eso, a lo largo del año litúrgico, se celebran las fiestas o las memorias de los santos, como ejemplos de fe y testigos de vida cristiana.
Sin embargo, el texto del libro de Apocalipsis nos dice que, a parte de estos santos canonizados por la Iglesia, hay muchos más que gozan de la gloria del Señor: “una multitud inmensa que nadie puede contar”, “santos anónimos”, que han vivido la santidad del pueblo de Dios, en el silencio y humildad de los quehaceres cotidianos.
Recuerda que el ¨papa Francisco los define “los santos de la puerta al lado, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios”, personas conocidas de toda edad y profesión, papás y mamás, familiares y amigos, que dan o han dado un claro testimonio de fe y de vida cristiana, entregada por la familia, la Iglesia y la sociedad.
Según reflejó Erbol, esos hermanos nuestros hoy nos invitan a ser santos, a seguir sus pasos y a centrar nuestra existencia en la única y auténtica esperanza: Jesucristo, camino, verdad y vida. Él nos ha enseñado lo que significa ser santo a través de las Bienaventuranzas, el carnet de identidad de todo cristiano y el camino a la verdadera felicidad. Por eso, vale la pena releerlos y meditarlos brevemente, recomendó.