Historias de éxito
En 2014, la Organización de las Naciones Unidas decidió que, en el calendario de las fechas célebres, el 19 de noviembre honraría a las mujeres emprendedoras. Desde entonces, cerca de 150 países en el mundo se sumaron al homenaje. Con contundencia, las cifras justifican la conmemoración.
Una de cada tres empresas en el mundo es propiedad de una mujer; en Latinoamérica nueve de cada diez mujeres decide tomar las riendas de su negocio; en Bolivia seis de cada diez féminas tienen un emprendimiento en marcha, cuatro de cada 10 mujeres emprendedoras están casadas y tienen hijos y muchas, sino la mayoría, son cabezas del hogar. Y en tiempos de pandemia, la radiografía de la cuarentena mostró que las mujeres se echaron a las espaldas el trabajo, el hogar y el cuidado de los hijos.
Sigamos sumando. Un estudio publicado por la revista Neo, en México, muestra que las mujeres tienen más probabilidades de crear un negocio que resuelva un problema específico.
La del estribo: un estudio de First Round Capital concluye que las empresas en edad temprana o de reciente creación (startups), que tenían al menos una mujer entre los fundadores, tuvieron un rendimiento 63% mayor a los emprendimientos liderados solo por hombres. Y es que en la genética de las mujeres viene una carga extra de bravura y determinación.
Soraya Franco es un claro ejemplo de estas mujeres llenas de coraje. Para la emprendedora, la flexibilización de la cuarentena llegó con una sobredosis de expectativa, entusiasmo y esperanza. Venció los miedos, se lanzó a la piscina y se zambulló en el mundo de los negocios por internet. Reinventó el modelo de Baby Bird, la tienda física de utensilios, accesorios y juguetes importados de Europa y Estados Unidos que fueron creados exclusivamente para niños y cambió los aparadores y los estantes por la galería virtual.
Y no se quedó ahí. Incorporó en la tienda una línea de ropa tejida a mano y diseñó su propia línea de accesorios para niñas, también con sello de artesano. Implantó un servicio de entrega sin costo y aunque ya no había contacto físico, la tecnología le permitió mantener el trato cercano con las personas y dio un paso más allá en su política de atención al cliente generando relaciones personalizadas, a través del WhatsApp o el Messenger. Aún mantiene el modelo por el éxito alcanzado y el importante volumen de ventas que no para de subir.
Con su propia experiencia, demostró que no hay límites para las mujeres y madres que deciden ser sus propias jefas. “A las mamás les digo que el amor propio y la autoestima está por encima de todo. Cuando es así, la mujer es invencible. Es increíble la fuerza que sacamos porque tenemos hijos y en especial, porque hay una persona a la que debemos demostrar que se puede: a una misma. No nos podemos fallar a nosotras mismas”.
El recién nacido
Aunque Baby Bird vio la luz hace cinco años con el nacimiento del primer hijo Martín en Tarija, el negocio alzó vuelo este año en La Paz.
En 2019, el trabajo del esposo obliga a la familia de Soraya a dejar su terruño y fijar en el google maps la ciudad de La Paz como destino final. Por supuesto, no olvidó meter en la maleta el sueño del negocio propio.
“Durante la pandemia nació la urgencia de tener algo más que cumplir ese rol impuesto de solo cuidar la casa y atender a los niños; aunque lo hacemos con todo nuestro amor, no es una limitante. Me faltaba esa realización como mujer profesional: tener algo propio, producir y generar mis propios ingresos. Me faltaba algo para sentirme independiente y libre”, relata la emprendedora, quien por varios años y antes de casarse, trabajó en el área comercial de una entidad financiera.
Conociendo el mercado
Mi rol de madre, cuenta Soraya, fue clave para fijar el rumbo del negocio. “Todo el tiempo, las mamás buscan cómo facilitarse las cosas. Nos convertimos en representantes de una empresa que importa los productos, pero lo hice pensando en mis hijos. Cómo les serviría a ellos, cómo me ayudarían en su cuidado”.
En la pandemia pensó que solo buscarían los implementos de limpieza, pero la gente comenzó a pedir juguetes; después llegaron los pedidos de ropa y, casualmente, cuando uno piensa que en las crisis tienes que ahorrar, las ventas subieron. Las mamás, los clientes más exigentes, comenzaron a comprar de todo.
Y así, comenzó a marcar su propio ritmo con las recomendaciones de los iluminados del marketing. Definió de pies a cabeza a su cliente para no solo responder a sus necesidades, sino anticiparse y comenzar a crear vínculos. Después, segmentó su mercado para generar respuestas personalizadas.
Con el mismo ímpetu y determinación, digitalizó las ventas y dio varios pasos más allá. “Nunca me imaginé tener que ser autodidacta en ese tema. Mi sueño fue siempre a lo clásico: vender en la tienda física, facturar a mano. Pero hemos superado los miedos y lo hemos logrado. Ahora, todo es electrónico y eso es bueno porque una tienda virtual me permite ser mamá, la administradora de mi página, cocinar, entrar al zoom para las clases de mis hijos en el colegio, hacer de profesora, esposa y, desarrollar mis estrategias de ventas y generar mis ingresos”.
“Esto tiene que ser una motivación para las mamás que están en la casa y a pesar de hacer todo, se sienten inútiles. Las mujeres vivimos aun con eso que solamente servimos para criar a los hijos y atender la casa. Pero se puede hacer eso y más, se puede abrir una tienda, hacer los mejores panes y rollos de queso, el mejor maquillaje y venderlos por línea”, puntualiza.
El futuro con visión de mujer
Pero ser mujer emprendedora no es fácil. Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) establece que, a pesar del impacto que generan en las economías de sus países, la falta de capacitación y financiamiento siguen siendo trabas importantes cuando las mujeres se atreven a innovar o emprender.
El diagnóstico no la intimida; al contrario, la alienta. Aunque le va bien, el emprendimiento tiene un horizonte mucho más amplio. El propósito es fortalecer la manufactura y las manos que le dan vida a los productos. “En el rompecabezas de Baby Bird faltaba esa pieza. Que el público vea que somos una tienda orientada que llega a todos los clientes. Diversificar la oferta”.
Con los tejidos, explica Soraya, se pueden encontrar artesanos que realizan un trabajo de primera calidad para completar el rompecabezas y ampliar el segmento de clientes.
Dentro de esa línea, en algunas semanas la tienda va a incorporar ropa boliviana para niños con la calidad de una diseñadora que trabaja en Santa Cruz. “Es una emprendedora nueva que comenzó a hacer realidad su sueño de diseñar y crear ropa para niños”, dice.
Soraya sueña y se deja llevar por la exitosa experiencia de apoyar a la señora que hizo los tejidos, a la diseñadora de ropa para niños, a la señorita de los fieltros. “La idea es darle una mano a las personas que en la pandemia han descubierto su lado creativo y que en la tienda pueden catapultar su arte”.
¿Qué le depara el futuro? Como buena emprendedora, la mujer tiene sueños grandes. “Me veo siendo mi propia jefa, que mi emprendimiento genera empleos para otras personas. Quiero que las personas crezcan. Me veo sellando alianzas porque quiero trabajar con marcas conocidas, lanzar líneas en conjunto. Que los productos se conozcan como una tienda y lograr consolidarme como una marca”.
Baby Bird atiende en https://www.facebook.com/Babybird, https://comprapicaflor.com/babybird, babybird.bolivia@gmail.com o llamando al 71861235.