Marcelo Miranda Loayza
Al discurso “conciliador y esperanzador” del vicepresidente David Choquehuanca le siguió una ola de violencia e intolerancia protagonizado por militantes del actual partido de gobierno, es decir que las palabras del “Jilata David” cayeron en saco roto, las costumbres violentas tristemente célebres del Movimiento al Socialismo siguen siendo característica de dicha agrupación política.
La toma “pacífica” de las oficinas de la Fejuve en el centro paceño fueron muestra clara de la voluntad de diálogo de los cariñosos seguidores del MAS, de seguro las piedras que lanzaron al inmueble llevaban consigo mensajes de unidad y reconciliación; obviamente las personas que se encontraban dentro no supieron entender estos mensajes de paz y de amor y por esta razón decidieron escapar por las ventanas de dicho inmueble, poniendo en serio riesgo sus propias vidas.
Tampoco fueron bien comprendidos los mensajes de ánimo que llevaron los furibundos seguidores del Movimiento al Socialismo a diversos ministerios, los gritos que emanaban por parte de los pacíficos socialistas fueron mal entendidos por los funcionarios públicos increpados; en realidad, lo único que querían lograr era darles ánimo y cariño, no entiendo cómo se puede llegar a dudar del sentimiento de paz que emana de plaza Murillo.
Al parecer no estamos entendiendo los buenos sentimientos del “Jilata David”, pues para el masismo la unión del país es prioridad, las muestras de “cariño” que se vienen dando en medio de piedras e insultos son solo una forma más de amor y comprensión. Al no entender la simbología socialista no nos damos cuenta de que todas las piedras lanzadas son sinónimo de cariño; definitivamente nos falta mucho por aprender de la buena voluntad del partido de gobierno.
Claramente las palabras de reconciliación del Vicepresidente están dando sus frutos, de lo contrario no se podrían justificar las amenazas de muerte a todo opositor que se cruce en el camino de la horda masista; al parecer no estamos entendiendo la gran amplitud de esta extraña forma de amor.
Como hemos estado observando en estos últimos días, el amor y el pacto de reconciliación propuesto por el “Jilata David” es solo una demostración de amor, pero del amor tóxico que destila el MAS, donde el agresor se ve a sí mismo como inmaculado e inocente, mientras que la víctima es la causante de todo acto violento por parte del tóxico.
Al terminar este artículo me pongo a pensar, hasta cuándo seremos siendo las víctimas sumisas del violento, hasta cuándo seguiremos creyendo la típica frase tóxica: «te prometo que voy cambiar».
Marcelo Miranda Loayza es Teólogo y Bloguero.
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