Una especie de castigo se hace parte diaria e indestructible de la vida de la colectividad, especialmente cuando hay dificultades, incomprensiones, cambios de autoridades, o cualquier problema que altere la vida y adquiere dimensiones de diverso tamaño y matiz, tan solo con la propagación de rumores. Es decir, con el “dime y direte” de personas aficionadas a crear incertidumbre y hasta angustias en la población siempre propensa a creer cualquier cosa y, en casos, darle colorido y tamaño desmesurado, hacerlo más salado o dulce para la curiosidad de quienes viven con el rumor, la mentira y el malestar de la gente.
Esta es realidad de la existencia de los pueblos y es abuso por parte de los que escandalizan y causan daño, de los que conciben males y buscan transmitirlo a los demás; es modo de vida de personas con malos instintos y propensas al escándalo y la discordia. Lo sensible de estas situaciones es que la colectividad acoge estas especies que generalmente contienen basura y malquistan al prójimo siempre abierto al rumor y la discordia. Es gente miserable propensa a causar daño escudándose en el “dice que…”. Es una forma de abrir brechas en la tranquilidad ciudadana con miras seguramente a cosechar algún beneficio con la anarquía y angustias que siembren a costa de la credibilidad ajena.
Sería tiempo propicio para la apertura de procesos contra quienes propalan rumores y causan daños y heridas que desacreditan al gobierno o a cualesquiera personas; son individuos que buscan que las discordias se hagan parte de la vida diaria intranquilizando o alterando ánimos, sembrando antagonismos y disfrazando semi-verdades con mentiras. La población hasta por higiene mental debería rechazar todo rumor porque con seguridad solo contiene algo malo y hasta inconfesable.
El rumor, el engaño, la falsedad, la mentira, la hipocresía son armas contundentes propias de quienes están propensos a causar daño y disociar y si todo ello invade el círculo de muchas personas, la expansión de lo malo se hace más patente. Es mayor motivo, pues, para que la colectividad lo rechace, evitando la contaminación de la vida con venenos que siempre cobran víctimas, especialmente en quienes son propensos a recoger cualquier cuento, comentario o chisme que se propale en detrimento de la tranquilidad colectiva.
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